Campaña electoral entra en su semana decisiva sin un claro favorito

Teherán.- La campaña electoral iraní entra hoy en su semana final sin un claro favorito y agitada por los ecos del polémico debate mantenido el miércoles entre el actual presidente, el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, y su principal rival, el independiente pro reformista Mir Husein Musaví.

Según los diferentes sondeos aparecidos en los últimos dos días, el cara a cara, plagado de descalificaciones y acusaciones mutuas en la televisión estatal, ha variado de manera significativa el apoyo que tenía hasta la fecha cada uno de los aspirantes.

"Responsables de los cuatro principales centros de encuestas, el debate, que fue seguido por unos 50 millones de personas- ha tenido un innegable impacto", asegura este viernes la agencia semioficial de noticias Fars.

La fuente no detalla los datos, que asegura se harán públicos en los próximos días.

Antes de la cita televisiva, las apreciaciones de los expertos en la zona apuntaban a un resultado de los comicios muy ajustado entre Ahmadineyad y Musavi, con un crecimiento pausado y sostenido del apoyo popular a este último en las ciudades, pero también en las zonas rurales a las que ha viajado con profusión.

El ex primer ministro iraní, lanzado por el ex presidente Mohamad Jatamí, ha logrado recuperar gran parte de la ilusión de los jóvenes y los reformistas, pese a que se describe como un hombre que quiere recuperar los principios de la revolución.

Miles de ellos se han lanzado a la calles de Teherán y otras grandes ciudades del país para promocionar su idea de cambio y tintarlas con el color verde esperanza que ha imprimido a su ambiciosa campaña.

En la capital, la ciudad se ha fragmentado en dos, con la plazas, avenidas y calles plagadas de carteles electorales a pesar de la prohibición de las autoridades.

El número de fotos y de seguidores de Ahmadineyad crece según se desciende hacia los barrios más al sur de Irán -que son también los más pobres- pero al contrario que en 2005, también aparecen imágenes de los líderes reformistas.

En las zonas del norte, mucho más ricas, dominan los carteles electorales de Musaví y del tercer candidato en liza, el reformista Mehdi Karrubí.

Los que apenas son visibles son los de Mohsen Rezaei, el candidato conservador, que ha invertido menos dinero en la campaña.

La dureza del debate del miércoles -inusual en la historia de Irán- ha causado incluso la intervención del líder supremo de la Revolución, ayatolá Ali Jamenei, cuyo poder es omnímodo.

La máxima autoridad de Irán reprendió en público tanto a Musaví como Ahmadineyad, quien ha optado por una campaña agresiva y que en la última semana parece a la defensiva.

En una táctica sin precedentes, el mandatario acusó al ex presidente Ali Akbar Hasemi Rafsanayani de desear el hundimiento de su Gobierno y a sus hijos y otros altos cargos -algunos de la época de Musaví- de enriquecimiento ilícito.

Además, denunció que el influyente Rafsanyani y el también ex presidente Mohamad Jatamí se han aliado con el ex primer ministro para evitar su reelección.

Igualmente, acusó a su otros dos rivales de desacreditar los logros de su Gobierno.

Unas declaraciones que han desatado una enorme polémica, han enturbiado la carrera electoral y han terminado por dividir políticamente el país.

El líder supremo respondió el jueves que los candidatos deben abstenerse de atacar a sus rivales para ganar crédito.

En la calle, parece que el debate no ha hecho si no reforzar a los partidarios de cada aspirante.

Las acusaciones contra Rafsanyaní y sus hijos han convencido a las clases más deprimidas, que son el cimiento del apoyo a Ahmadineyad.

El jueves, la conmemoración del vigésimo aniversario de la muerte del fundador de la República islámica, ayatolá Rujolá Jomeini, se convirtió en una expresión popular de apoyo al mandatario, que quizá resultó más creíble y seductor en el debate por su mejor manejo de los medios.

Musaví, que huye de la imagen pública y no se siente cómodo en la televisión, careció de contundencia.

Sin embargo, en Irán, un país imprevisible, es difícil predecir nada hasta el mismo día de los comicios.

En 1997 pocos vaticinaban la aplastante victoria de Jatamí y en 2005, a una semana de la votación, tampoco eran muchos los que creían que Ahmadineyad finalmente ganaría.

Así, a siete días de la votación, el índice de participación el 12 de junio sigue apareciendo como la principal clave. EFE

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