Recuerdo durante mi educación en la primaria como nuestros maestros o profesores nos hablaban y explicaban con incesante entusiasmo las asignaturas básicas en los primeros años de formación de un estudiante. Me voy a referir a una de ellas: Geografía, la materia como entonces decíamos.
Nuestros dedos se deslizaban por cientos de páginas o folios llenos de hermosos ríos, lagunas, riachuelos, cascadas, paisajes, bosques, plantas, subsuelos, continentes, países, mares y océanos, esto es, paseábamos la tierra con curiosidad de lo desconocido. Devorando atónitos conocimientos y, de soñar estar o algún día visitar esos lugares lejanos para nosotros. Los compañeroas de clase con aptitudes para dibujar captaban y plasmaban casi idéntico los mismos.
Muy lejos estaba nuestra mente infantil de que nos tocaría como adultos no sólo estudiarlo sino unirnos-emergentemente-a la Campaña Mundial del Medio Ambiente.
Ignoro si en ese entonces se concedía Premio Nobel, si ya tenía fecha de “cumpleaños”, simplemente nos preocupaba saber los nombres, los países poseedores de tanta belleza y reserva mundial de oxígeno. A esa edad ya éramos conscientes de lo que significaban todos y cada uno de esos recursos naturales para nuestra subsistencia.
Qué envidia muchas veces sentí al ver esos lugares inaccesibles, recónditos y misteriosos. Esos mismos lugares que hoy mendigan una gota de agua, esos mismos lugares que hoy sólo hieden a pólvora y a fusil. Esos lugares donde yacen destartalados, tanques, ruinas militares, en fin, chatarras bélicas.
Sí amigos y amigas, llegan a mi memoria esos recuerdos inolvidables de una época que ansiábamos conocer y descubrir, además, de pasar con buena nota la materia.
Hoy día 5 de junio, el planeta tierra conmemora atemorizado, lastimado moral y físicamente y, desangrado llora y padece también su particular crisis.
Llora como seres humanos le abonan una cerilla para que ardan sus hijos desorientando a la genética por décadas. Como el hombre envenena sus aguas a costa de ganar dinero. Como sus ciudadanos y ciudadanas son indolentes y le echan cualquier objeto a sus aguas. Como nublamos el aire de cientos de sustancias químicas.
Este día más que nunca nuestro mundo, el único que tenemos, el planeta tierra les pide a los seres humanos un minuto de silencio.