Nueva York.- La contaminación en el hogar por los hornos y las estufas a gas tendría efectos sutiles sobre el desarrollo cognitivo de los niños pequeños.
El estudio, sobre casi 400 preescolares en España, reveló que aquellos niños expuestos a artefactos a gas desde la infancia obtenían resultados más bajos en las pruebas de memoria, lenguaje, atención y otras áreas cognitivas.
Asimismo, las mediciones del nivel de dióxido de nitrógeno (NO2) en el hogar de cada niño realizadas durante los tres primeros meses de vida, estuvieron asociadas con los resultados en las pruebas cognitivas.
El NO2 es una sustancia contaminante que se produce cuando se queman combustibles y que irrita las vías aéreas y los ojos. Sus efectos potenciales sobre el desarrollo neurológico son menos conocidos.
Las mediciones de gas sirven como un marcador objetivo de la exposición de los niños a los dispositivos a gas y a los distintos productos de la combustión del gas que esos artefactos liberan al ambiente, explicó a Reuters Health el autor principal del estudio, doctor Jordi Sunyer.
Sunyer insistió en que los hallazgos muestran una diferencia promedio en el rendimiento cognitivo de dos grandes grupos de niños, pero no deficiencias aparentes, como problemas del aprendizaje individuales.
"Esas diferencias son importantes a nivel poblacional para comparar grupos de niños, pero carecen de importancia clínica o psicológica a nivel individual", dijo el experto.
Aun así, Sunyer recomendó que los padres limiten la exposición de sus hijos a la contaminación que producen los artefactos a gas mediante la adecuada ventilación y mantener a los niños fuera de la cocina mientras se usa el horno.
El estudio, publicado en American Journal of Epidemiology, halló también que la genética haría más vulnerables a algunos niños a los efectos cognitivos de los artefactos a gas.
Los efectos aparentes de la exposición al NO2 eran más fuertes en los niños con una variante del gen GSTP1. El GSTP1 es una enzima que le permite al organismo eliminar sustancias potencialmente dañinas de las células llamadas especies reactivas del oxígeno.
Esa variante genética está asociada con una disminución de la actividad de la enzima GSTP1. De modo que, según el equipo, es posible que los niños portadores de esa variante genética sean más susceptibles a cambios en las células cerebrales por la exposición temprana al NO2.
Para los autores, se necesitan más estudios para confirmar y ampliar los resultados. El equipo destacó que en la cohorte estudiada, el combustible más utilizado era el butano, cuya toxicidad supera a la del gas natural.