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Cuando liberalismo derrotará el conservadurismo

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Desde los inicios de la vida republicana, a mediados del siglo XIX, en nuestro territorio se viene librando una lucha sin final entre las posiciones avanzadas o progresistas y un sector conservador. En Duarte y los trinitarios contra Pedro Santana y los hateros podemos observar las formas y matices de ese enfrentamiento que ya va para más de 180 años si tomamos en cuenta que su inicio se remonta al año 1836, al crearse el Movimiento denominado La Trinitaria.

Durante el período republicano nos encontramos con ese enfrentamiento permanente entre aquellos que creen en una sociedad o estado basado en el respeto a las normas que guían el estado de derecho y aquellos que sólo miran el interés o ganancias de sus acciones, ya sean acciones a titulo de capital , ya sean como hechos de la vida diaria.

En ese largo tránsito entre las posiciones que creen y defienden el régimen de libertades y los que sólo actúan para defender sus intereses particulares o comerciales, nos encontramos que los últimos se han impuesto casi de forma perenne, y en muy raras ocasiones e intervalos muy cortos aparecen los liberales dirigiendo el aparato público.
Algunos supersticiosos achacarán el mal social y político a cuestiones propias del maleficio o la hechicería, pero lo cierto es que se trata de un problema relacionado esencialmente con factores de clases y en ocasiones a razones de opresión extranjera.

El largo preámbulo viene al caso porque ocurre que este flagelo del conservadurismo da apariencias ciertas de que seguirá dominando el ámbito político nacional, siendo la mayor evidencia de ello la firma del acuerdo entre los dirigentes nacionales del PRD y el PLD, doctor Leonel Fernández e ingeniero Miguel Vargas, mediante el cual convinieron en los elementos claves del proyecto de Reforma Constitucional que cursa en el Congreso Nacional, en atribuciones de Asamblea Nacional Revisora.

Las evidencias de que el conservadurismo continuará si no tenemos el coraje y la acción de cuerpo para detenerlo, tiende a confirmarlo el hecho de que el acuerdo de referencia esta dado sobre la base del irrespeto a las propias normas internas de los partidos que los dos nuevos caudillos representan.

Al pactar al margen de sus respectivas instituciones políticas se está haciendo culto al estilo que creíamos superado, en donde el jefe político actúa como determine su capricho y no conforme a las reglas internas.

Tal vez en el caso del presidente Fernández se pueda pasar un poco por alto, en tanto es dueño absoluto del PLD, pero en lo que respecta a Vargas Maldonado, sus actuaciones pactando cual rey absolutista, además de la marginación que hizo de las normas del perredeísmo y de que asumió un rol que desde el punto de vista legal no ostenta, resulta preocupante, toda vez que este aspirante presidencial ha mandado un mensaje muy claro sobre su irrespeto a las normas establecidas en su propio conglomerado político, lo cual dice que esa conducta puede ser repetida si llegara a estar al frente del Estado, esto si la nación sigue equivocándose con la elección de estos príncipes del conservadurismo.

Hay que admitir, aunque con penas, que la correlación de fuerzas nacionales favorece nuevamente al conservadurismo, aunque en el ámbito internacional ocurre lo contrario, pero ese aparente avasallamiento de esta corriente política negativa puede ser cambiado, si en los tres años que restan para las elecciones presidenciales, los sectores liberales nos ponemos en tensión y trabajamos para derrotar esas posiciones que cada vez mas siembran a este pueblo en la ignorancia y la miseria.

Si tocamos la conciencia de miles de dominicanos sobre la necesidad de acabar con el hambre, el robo, la inseguridad, la corrupción en la administración pública, el irrespeto a las normas vigentes, la demagogia como forma de hacer política, la depredación del patrimonio físico nacional, la total entrega de la soberanía nacional, la pérdida del principio de autoridad, solo así y creando un Gran Frente Nacional contra el atraso, podemos hacer cambiar la situación del país y traer la paz y el progreso a los millones de dominicanos que viven en condiciones desastrosas.

Si buscamos un candidato que asuma un programa mínimo y se ponga al frente de las principales luchas sociales del país, podemos decir que al conservadurismo le llegó su fin y las posiciones liberales y revolucionarios podrán gobernar para bien de las grandes mayorías nacionales.

El autor es Abogado y Profesor UASD.

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