SEÚL (Corea).- Debido a la recesión económica mundial y la fragilidad de los mercados financieros, las entradas netas de capital privado a los países en desarrollo se redujeron a US$707.000 millones en 2008, lo que representa un abrupto descenso con respecto a los US$1,2 billones registrados en 2007. Según las proyecciones, los flujos internacionales de capital continuarán su descenso en 2009 hasta llegar a los US$363.000 millones.
En el informe Global Development Finance 2009: Charting a Global Recovery (Flujos mundiales de financiamiento para el desarrollo 2009: El derrotero de la recuperación mundial) se advierte que el mundo está ingresando en una era de crecimiento más lento que requerirá un control más estricto y eficaz del sistema financiero.
Se prevé que los países en desarrollo crezcan apenas un 1,2% este año, luego de un crecimiento de 8,1% en 2007 y 5,9% en 2008. Sin contar a China e India, se estima que el producto interno bruto (PIB) de los demás países en desarrollo disminuirá un 1,6%, lo cual provocará la pérdida continua de empleo y arrastrará a más personas a la pobreza. También se espera que el crecimiento mundial sea negativo, con una contracción prevista del 2,9% del PIB mundial en 2009.
Se prevé la recuperación del aumento del PIB mundial, al 2% en 2010 y al 3,2% en 2011. Se espera un crecimiento mayor en los países en desarrollo, del 4,4 % en 2010 y del 5,7 % en 2011, aunque dicho nivel es bajo en comparación con el sólido desempeño registrado antes de la crisis actual.
“La necesidad de reestructurar el sistema bancario, combinada con las restricciones que los países de ingreso alto han comenzado a imponer a las políticas expansionistas, impedirá que la recuperación de la economía mundial cobre fuerza”, expresó Justin Lin, primer economista y primer vicepresidente de Economía del desarrollo del Banco Mundial. “Los países en desarrollo pueden convertirse en una fuerza impulsora clave en la recuperación, para lo cual deben acompañar la recuperación de las inversiones nacionales con apoyo internacional, lo que incluye la reanudación del crédito internacional”.
Si bien los autores advierten que las políticas extraordinarias que adoptaron como respuesta algunas de las grandes economías han impedido que se produjera un colapso sistémico, destacan la importancia de la acción mundial concertada mientras persista la crisis.
“Si se pretende impedir una segunda ola de inestabilidad, las políticas deben concentrarse rápidamente en la reforma del sector financiero y el apoyo a los países más pobres”, explicó Hans Timmer, director del Grupo de análisis de las perspectivas de desarrollo del Banco.
La integración mundial y la creciente función de los actores privados en las finanzas internacionales han traído aparejados enormes beneficios, pero también han potenciado el alcance de la crisis. Hoy en día, los países en desarrollo dependen en medida apreciable de los flujos privados, y son muchos los países que se ven azotados por el colapso de las finanzas de las empresas, donde las grandes compañías y bancos que antes potenciaban el crecimiento ahora se encuentran en problemas.
“Varias empresas se verán seriamente presionadas para hacer frente a sus pasivos en moneda extranjera con ingresos en monedas nacionales que se deprecian, al tiempo que se ha desplomado la demanda de las exportaciones”, advirtió Mansoor Dailami, gerente de Finanzas internacionales del Grupo de análisis de las perspectivas de desarrollo y principal autor del informe.
El riesgo de sufrir crisis en la balanza de pagos, sumado a la reestructuración de deuda empresarial en muchos países amerita una atención especial, se advierte en la publicación.
El camino hacia la recuperación de la economía mundial, detalla el informe, requerirá la rápida instrumentación de un conjunto de reformas puntuales; con el tiempo, se deberá abandonar el esquema en el que los gobiernos tienen una gran participación en el sistema financiero y volver a poner el control del sistema bancario en manos del sector privado. Asimismo, se deberá contener la gran expansión de la oferta monetaria en los países avanzados, y será preciso recortar los déficits fiscales en el mediano plazo, para mantener la viabilidad de la deuda y evitar otra crisis de endeudamiento como la que se produjo en las décadas de 1970 y 1980.
Perspectivas para las regiones en desarrollo
Asia oriental y el Pacífico. La región de Asia oriental y el Pacífico fue la más castigada por la crisis debido a sus estrechos vínculos comerciales con los países de ingreso elevado y a la disminución de las inversiones, así como a la caída de las exportaciones y la producción industrial. Se prevé que el crecimiento de la región será de 5% este año, pese a que, según las proyecciones, varios países de Asia oriental y el Pacífico experimentarán un descenso del PIB. Se espera que la recuperación de la región comience en el segundo semestre de 2009 y se extienda a lo largo de 2010, como consecuencia de un importante estímulo fiscal en China y una modesta recuperación de la demanda de las exportaciones en los países ricos. No obstante, se prevé que el proceso sea gradual y que el PIB regional aumente 6,6% en 2010 y 7,8% para el año 2011.
Europa y Asia central ha sido la región más perjudicada por los acontecimientos recientes, en gran medida debido a que varios países de la región ingresaron en el período de crisis con importantes desequilibrios previos. Los grandes déficits en cuenta corriente y el recalentamiento interno determinaron que muchos países fueran vulnerables al abrupto cambio de sentido de los flujos de capital y al debilitamiento de la demanda en las exportaciones que generó la crisis. Se prevé que el PIB decaiga 4,7% en 2009, para luego recuperarse y crecer alrededor de 1,65% en 2010.
La región de América Latina y el Caribe ingresó en la crisis con el respaldo de una base financiera, fiscal y monetaria más sólida que en el pasado. Sin embargo, también está sintiendo los efectos no sólo debido a la caída de los precios de los productos básicos, sino a que, en el plano financiero, se produjo un rápido retiro de fondos extranjeros. Por otra parte, en varios países de la región, las tasas de cambio flexible contribuyeron a absorber el choque externo inicial y a evitar problemas sistémicos aún cuando se desplomaron los mercados de capital. Se prevé que el PIB regional disminuya un 2,3% en 2009 y llegue al 2% en 2010.
La región de Oriente Medio y Norte de África se ha visto afectada en forma menos directa por las restricciones al crédito en comparación con otras regiones, pero los mercados locales de capital e inmuebles están sometidos a una presión intensa, y los países en desarrollo de la región han sufrido la presencia de condiciones mucho más adversas que los países de ingreso alto. Se prevé que en 2009 decaigan las remesas, las exportaciones de servicios y los flujos de inversión extranjera directa provenientes de estos países y de las naciones de ingreso alto de Europa, lo cual se traducirá en recortes de los ingresos.
Se estima que el crecimiento se reducirá a la mitad, con lo cual llegará a 3,1% en 2009, para luego repuntar a 3,8% en 2010 y 4,6% en 2011, en parte debido a que la desaceleración ha sido menos pronunciada en la región de Oriente Medio y Norte de África que en otras regiones, al tiempo que se prevé que la demanda y los precios del petróleo se mantengan en niveles bajos.
Asia meridional ha sufrido una disminución considerable de las entradas de capital y una desaceleración del crecimiento de las inversiones. Se prevé que el PIB aumente a 4,6% en 2009, lo cual representa un descenso con respecto al nivel de 6,1% correspondiente a 2008.
Se espera que la producción regional se incremente un 7% en 2010 y 7,8% en 2011. No obstante, entre las amenazas al crecimiento a largo plazo se incluye la posibilidad de que aumenten las presiones fiscales si se prolonga la recesión mundial, además de la presencia de grandes déficits fiscales.
África al sur del Sahara se ha visto muy afectada por la reducción en la demanda externa, el derrumbe de los precios de las exportaciones, la disminución en las remesas e ingresos por concepto de turismo, y el pronunciado declive de las entradas de capital, en especial la inversión extranjera directa. Este año se prevé una abrupta desaceleración del crecimiento, que llegará a 1%, en comparación el valor promedio de 5,7% de los últimos tres años. Se proyecta que para el año 2010 el crecimiento aumentará a 3,7%.
Los abruptos recortes a las remesas y la afluencia de fondos oficiales de asistencia también representan un riesgo para la región, debido a que muchos países de África al sur del Sahara dependen de esos fondos de asistencia para respaldar sus respectivos presupuestos y a que las remesas constituyen un recurso vital de protección contra la pobreza.