Cuando de responsabilidades con la Patria se habla, el mejor amigo, familiar más íntimo o persona más cercana, si no reúne las condiciones requeridas, no puede ocupar un cargo en el Gobierno, y mucho menos figurar o recibir un salario que no merece. De eso trata este título.
Dominicanas y dominicanos han vivido en estos días un período de merecido homenaje a Juan Bosch. Una especie de introspección necesaria que escrutinia los más hondos pensamientos; entre ellos, este que alerta y llama la atención, entre tantas enseñanzas del maestro, en lo que para él significó el “poder del Estado”.
En las conferencias, charlas, comparecencias televisivas y los múltiples homenajes de estos días, quedaron muchas interrogantes suspendidas en ese espacio donde aún los humanos no encuentran una acertada respuesta: ¿Los presidentes de la República Dominicana han honrado durante su mandato la memoria del insigne hijo de esta heroica nación?
De las enseñanzas de Juan Bosch todavía aprendemos todos y todas, no sólo aquí, en su tierra natal, sino en la América nuestra, también en Norteamérica y Europa no se queda atrás en esa instrucción que nutre y salva cuando se interpreta correctamente y es incorporada a las acciones de estos tiempos.
“Honrar, honra”. Nada ocurre en vano. Estos días dedicados a Bosch deben servir de mucho para quienes se autodenominan sus seguidores. El actual presidente de la nación dominicana, Leonel Fernández, cumple el próximo 16 de agosto, nueve años en la dirección del país. Las enseñanzas de los ancestros sirven de brújula, y disponer de ellas para readecuar el camino significa una inapreciable dádiva, sobre todo para glorificar la obra que soñó un día el fundador del Partido de la Liberación Dominicana.