Según comunicación del Campamento en Solidaridad con Los Haitises, un contingente militar repartió notificaciones de desahucio a la mayoría de los habitantes del Distrito Municipal de Gonzalo, ubicado en el Provincia de Monte Plata, próximo a dicho campamento, cuya participación ha sido decisiva en las batallas que persiguen la preservación de Los Haitises y contra la instalación de una Cementera por parte del Consorcio Minero Dominicano, S.A.
Les han dado un plazo de diez días “para desalojar los solares” y justifican este acto bajo el criterio de que los terrenos que ellos ocupan “son propiedad del Consejo Estatal del Azúcar”. Firma la misiva “el fiscal adjunto de la provincia de Santo Domingo, adscrito al CEA, Feliz Manuel Lugo Alcántara, en fecha 30 de junio de 2009”.
Quiere decir que un grupo de seres humanos, hombres y mujeres del campo tendrán que abandonar ese pedazo de tierra que ha sido su hogar durante años y que de acuerdo a sus exposiciones “les fueron cedidas y muchos poseen los documentos de préstamo del CEA, mientras que otros iniciaron hace más de 8 años el proceso de solicitud con la institución para la obtención del titulo…”.
¿Represión por el consenso en la denuncia y activa lucha en contra de la construcción de la Cementera que, como se ha repetido, afecta un importante “pulmón ecológico”?
¿Quién defiende a los humildes, los necesitados, los sin nombres o de apellidos no célebres? ¿Quién recordará el dilema de Popy Lee y Tomás, su impotencia y ese sentimiento desolador que azota a quienes en la tercera edad, lejos de abrazar la paz del merecido descanso, sufren la falta de trabajo y, encima, el desalojo?
¿Qué hacer? ¿Hacia dónde ir? ¿Cómo actuarían quienes firman la misiva si fueran sus padres los amenazados de ser sacados por la fuerza? ¿Cuánta potencia habrá que emplear para empujar de su mísero hogar a estos ancianos, plenos de las cicatrices y quebrantos de cuatro décadas de zafras, mal atendidos y en busca del mendrugo diario?
Como expusimos anteriormente en este mismo espacio, “más allá del cáncer terminal, del cuerpo y la mirada enferma, de los tantos padecimientos, el alma se extingue con el peor de los males: sufrimiento y abandono”.
La solidaridad con los habitantes de Gonzalo, y la firme oposición a las actuaciones de estas autoridades debe multiplicarse en los ecos de una nación que no puede quedar indiferente ante tales atropellos.
