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Obedecer

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Cumplir la voluntad de quien manda. Así define este vocablo el diccionario de la Real Academia Española en su primera aceptación. Dice también que viene del latín “obedire”. Siempre ayuda mucho el conocer la historia o la formación de cada palabra para comprender mejor su significado. Pues allá vamos.

Le comenté el otro día al Padre Javier Colino, S.J., Profesor del seminario Santo Tomás de Aquino, que iba a escribir algo sobre la obediencia, e inmediatamente se me ofreció a buscarme la etimología de la palabra en latín y en griego, materias que el imparte a los seminaristas. Me dice que en latín esta formado este término por la preposición on y el radical audire.

La preposición inseparable ob aporta el significado de “en virtud de, a causa de, a fuerza de”, y también el hecho de colocar algo frente a nosotros, “delante de”.

El radical audite significa “oír”. Pues pegando los dos significados tendríamos que para obedecer es necesario ponerte delante de alguien y a base de oírle de frente, a fuerza de oírle, te encontrarías dispuesto a cumplir su voluntad.

En griego obedecer tiene dos vocablos, “hypacuo” y “peizomai”. El primero esta formado por la preposición hypo y por la raíz acuo. Hypo significa “por debajo”. De ahí viene la preposición latina sub que ha pasado también al español en palabras compuestas y que ha tomado la forma so cuando funciona separada.

Según lo dicho tendríamos que los griegos para obedecer se fijan en lo que esta por debajo del simplemente oír. Es decir, interesa conocer el pensamiento del que habla, lo que está por debajo de las palabras, dando sostén y apoyo a la palabra, su verdadero sentir y pensar, su verdadera voluntad.

El otro término griego, que también significa obedecer, es “peizomai”. Este vocablo es el presente de indicativo en la voz media o pasiva del verbo “peizo”, “peizo”, significa “yo persuado a alguien”.

En la voz media o pasiva significaría “yo me persuado de algo” o “me han persuadido de algo” o “he sido persuadido por alguien”. Esto es lo que los griegos pensaban que era necesario para obedecer, el estar persuadido o el estar convencido.

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