Tres furibundos y prolongados apagones retrasaron la redacción de estas líneas y, finalmente, con el temor de que, de un momento a otro se repetiría el maleficio que implica la paralización o posposición involuntaria de las tareas cotidianas, salieron a la luz…
Así van las cosas por este mundo. Como si la historia se repitiera una y otra vez sin muchas vueltas cíclicas. Los molestos apagones no sólo interrumpen el quehacer habitual, sino que agudizan el calor intenso de estos días y ponen un sentimiento de desesperación e inseguridad en cada acto.
Encima, la delincuencia barrial halla caldo de cultivo en las sombras y, por lo tanto, la inseguridad ciudadana y la necesidad de vivir en paz y con la necesaria luz, multiplican las protestas a todo lo largo y ancho del territorio nacional.
En la provincia Monseñor Nouel ya avisaron que se llevará a cabo una jornada de protesta, “por el cese de los prolongados apagones que reciben y por la carencia de agua potable que vive la población de Bonao”.
Personalidades de diferentes sectores de la sociedad dominicana observan escépticos esta realidad que da al traste con las tantas inversiones realizadas en el sector eléctrico, cuyos resultados no se ven. La crisis energética sigue siendo, al parecer, enfermedad incurable que se propaga entre malos procedimientos, destinados a mejorar los bolsillos de unos pocos y multiplicar las angustias y miserias de los más.
El Comité de Organizaciones de la Zona Norte, en el Distrito Nacional, ha llamado a todos sus integrantes a unificar esfuerzos “contra las plagas que afectan al país, siendo la principal la corrupción…”
Manifestaciones callejeras se producen en el Cibao, en el Distrito Nacional y en otros puntos cardinales, donde la indignación popular se hace escuchar en estos días oscuros y, encima, extremadamente acalorados e inseguros.