De Honoré de Balzac es la frase "La ignorancia es la madre de todos los crímenes”. Pero, hay otro mal que se le iguala y es la teoría del avestruz, esa de esconder la cabeza y no ver cuanto esté sucediendo en derredor.
Los resultados del Segundo Estudio de Tolerancia Social a la Explotación Sexual con Personas Menores de Edad en la Región Centroamericana, Panamá y República Dominicana, reflejan la triste realidad de una apatía ante lo que se ha catalogado con razón como delito criminal.
Unas 8.608 personas fueron entrevistadas durante los meses de octubre-noviembre de 2008 en Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y República Dominicana, acerca del conocimiento sobre el delito de explotación sexual comercial de personas menores de edad, y las conclusiones respecto a esta nación es que, tal y como afirma Fracoise Gruloos- Ackermans, Representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, la realidad actual marca un problema crítico en la República Dominicana.
Que resulta indispensable la toma de conciencia y que la ley es insuficiente, es una verdad repetida a voces en la conciencia nacional; pero, aún las políticas estatales no se asumen con la rigurosidad necesaria para tales hechos.
Es cierto que la información debe incluir que la explotación sexual infantil es delito y las penas de cárcel deben ser incuestionables; que se debe trabajar con miras a lograr un cambio cultural; pero, Elías Dinzey, Coordinador del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil de la Organización Internacional del Trabajo, resume que no es la pobreza de las familias la causa principal, como le atribuye el 36,2% de las encuestas realizadas; ni la falta de educación de los menores, concebida en un 34,8% de las opiniones.
Las verdaderas víctimas de la explotación infantil son las niñas, niños y adolescentes y deben ejecutarse políticas integrales que les protejan y castiguen con fuerzas a los verdaderos culpables, los clientes explotadores, sobre quienes debe recaer toda la fuerza de la ley, amén de educar y concientizar a la población para evitar que sigan ocurriendo tales actuaciones. El silencio y la mirada ausente no acabarán con este ignominioso mal.