El paro por 48 horas ha costado vidas humanas en Bonao, Monseñor Nouel, y tal y como publica el colega Víctor Núñez en estas mismas páginas ¿quién sabe cuántas más costará?
Dos periodistas también resultaron heridos leves y se comenta que hay muchas otras personas heridas
y detenidas durante la jornada de protestas.
Y lo peor es que los enfrentamientos se originan a partir de una serie de incumplimientos que han llevado a directivos de las organizaciones populares a encabezar estos actos.
Como en Capotillo, y otras regiones del país, Bonao reclama servicios que son imprescindibles para la vida digna de la comunidad: el cese de los prolongados apagones con el consecuente incremento de las acciones delictivas; el arreglo de las calles y, sobre todo, el suministro de agua potable; justo en el lugar donde los demandantes plantean que están entre las regiones donde nacen decenas de ríos.
Lamentablemente, una palabra agoniza en las voces de quienes intentan hallar soluciones a los problemas que aquejan a la mayoría de las familias dominicanas: la corrupción.
En Bonao también se preguntan por qué no se han llevado a cabo las obras más perentorias y cómo los fondos que debían seguir tal destino se pierden en medio de una falta total de transparencia.
La protesta es una continuidad a la búsqueda de soluciones. Quienes han asumido esta forma de lucha ya han agotado otros “procedimientos en busca de respuestas a sus demandas, incluyendo una marcha desde el municipio de Bonao hasta el Palacio Nacional el 22 de abril pasado”.
La policía intenta dialogar para detener el paro. Pero, como en las enfermedades, la realidad indica que se está tratando de frenar el mal cuando ya el germen ha avanzado en demasía y sin haber recibido tratamiento en sus inicios.