Justa o no, la percepción generalizada es que el presidente Leonel Fernández está al frente de una administración carcomida por la corrupción.
¿Cómo puede el Gobierno sacudirse de esa creencia y recuperar el prestigio y la confianza para transitar con éxito lo poco más de tres años que le quedan al frente de los destinos de la nación?
¿Organizando tenidas excluyentes con ejecutivos de medios de comunicación?
Entre eso y la pérdida de tiempo hay escasa diferencia, porque, lejos de lograr variar la percepción negativa, lo que hace es que se acentúa.
Es como servir Protos Reserva en horas del mediodía a temperatura ambiente: gastar dinero para acribillar el paladar. Sin la oxigenación y la temperatura adecuadas, ese tinto dice menos que cualquier vino malo.
El Gobierno no tiene la menor necesidad de trabajar para sumarse malquerencias.
Si el presidente quiere comunicar su posición sobre una temática que le es adversa, debe ocuparse de no rodear esa intención de un manto de dudas. No debe actuar como si tuviera miedo a la exposición.
El puente de comunicación entre el gobierno y la sociedad, no son los ejecutivos de los medios, quienes, por la naturaleza de sus funciones tienen un rol conservador, sino los reporteros que tienen menos espaldas que proteger y que saben que su desafío diario es producir la noticia.
¿Por qué se teme a que un mandatario con condiciones extraordinarias para comunicar use las vías apropiadas para responder cuestionamientos de la sociedad?
¿Si el arsenal de repuestas es efectivo, por qué no se les da participación en esos encuentros a las personas que están sustentando los cuestionamientos que se intentan contrarrestar?
No importa ni lo bonito que se hable, ni el prestigio de los ejecutivos que concurran, la idea que se proyecta es la de la evasión o la de la distracción.
Si el presidente está realmente interesado en que la percepción cambie, en vez de estar apelando al desgastado recurso de sentarse a charlar en encuentros que pretenden ser elitistas, lo que tiene es que hablar con la fuerza de la acción. Yo él, no volviera a mencionar la palabra tolerancia cero, porque la gente no la cree.
El presidente Fernández tiene un tiempo precioso para demostrar su interés en la realización de una gestión de gobierno decente y eso no lo va lograr hablando.
La nueva coyuntura que se abre con la reforma que impedirá que volvamos a ver a un mandatario buscando la reelección desde el poder, permite corregir las torceduras institucionales que crea esa situación.
Todo el mundo sabe que en esas circunstancias los presidentes requieren de incondicionales que empleen a su mejor discreción el patrimonio del Estado.
En el nuevo esquema lo que se requiere es de servidores que prestigien al Gobierno con su eficiencia y honestidad, porque un mandatario no regresa al poder en función de las cosas que se hagan para derribar al contrario, sino producto de los resultados que pueda proyectar una gestión.
Todo ese material que se entregó a los ejecutivos de medios en el que se proyectan todas las acciones que se han emprendido para transparentar la administración pública, y que no había servido más que para mover el negocio de los impresores, puede ser útil ahora que tendremos a un presidente que está obligado a trabajar para salir del poder con admiración y respeto.
(eltribunaldelatarde@yahoo.com)
