A Samantha Patrizia Taruffi, que siempre, en mi memoria, aletea como una sombra fresca.
La vi marcharse como el Sol, con un aura de regreso sin dudas, contemple el paladar de sus pasos y me dije: ¡ El amor ha venido a bembetiar, un rato!Era un día cualquiera de marzo de 1987, la nieve, la lluvia y el Sol peleaban por dominar los cielos, la tierra y los mares, todos cubiertos de aves, que sometidas, desafiaban los vientos y los tiempos. La Gran Perestroika estaba en marcha, marchaba hacia la destrucción de lo que había creado. Yo estaba en las afueras de un restaurante en Venecia, Italia. Me tomaba un capuchino y Leia un libro sobre economíaagrícola europea; entonces escuche una voz suave, como una razón para creer, que me dijo:
___Cuando os hayáis encontrado a vosotros mismos podréis tener conocimientos; hasta entonces, y mientras tanto, solo tenéis opiniones.
___Las opiniones están basadas en el habito y en lo que concebís que es conveniente para vosotros, respondí siguiendo el mismo juego de lenguaje.
___Excelente!, me sorprendes, ¿cómo sabias eso?
___En un determinado momento, una pregunta puede no tener respuesta por el estado de quien pregunta.
___Es una bella forma de echarme, acabas de hacerlo.
___No, no eres un ave de paso.
___Acabas de hacer profecía, me aseguro. Y el hecho de que usted este leyendo este cuento le dice que nuestra anhelada dama tenia razón porque a partir de ahí ha vivido en la confortable cama de mi memoria, en la hamaca de mi corazón. Retome el dialogo e hice lo que debí haber hecho tan pronto cai embrujado por su angelical y sexual mirada:
___No, es todo lo contrario, no te he echado, te quedaste conmigo, no podría hacerlo, estoy sin respuesta frente a la embriagadora mirada de tus ojos, que me dominan como la Mar a las olas, tanto que ni siquiera he tenido la amabilidad de invitarla a sentarse. Aunque seria delicioso seguir mirando todo tu cuerpo y sentir como mi alma viaja por el, a través de el, por favor, acompáñeme.
Sin romper la conexión entre nuestros ojos, movió con su mano izquierda su cabello hacia atrás, dejando resplandecer la luz que brotaba de su rostro, con la derecha hizo un movimiento como si fuese a despojarse de unos espejuelos, que no tenía, de acuerdo con mis ojos, y lentamente, descendiendo como una nube, puso en mi mesa su cuerpo, en el espaldar de la silla su cartera e hizo la pregunta con la que se inicia la conversación entre extraños, si alguna vez lo hemos sido:
___ ¿De dónde eres y qué haces aquí?
___ Soy de una isla llamada Quisqueya, bañada por las aguas de los mares Caribe y Atlántico y poblada por dos naciones, bien diferentes; Haití y RepúblicaDominicana. Yo soy de esta ultima. Estoy estudiando economíaagrícola en el Instituto Mutigliano, de Luccas; y como no se puede, lo prohíbe el Mercader de Venecia, venir a Italia sin visitarla, aquí estoy, buscando un destino suelto, que corre como serpiente frente a mí . Y tú, ¿qué haces en la Tierra, donde no se puede llegar por tierra?
___Soy una profesora de lenguas en la universidad de Roma y vengo dos veces al mes para dar clase. ¿Por qué me miras así, no me crees?
___ No, no es que no te creas, es que acabo de desnudarte, cosa propia de los caribeños; en los países civilizados se nos somete a la justicia por mirar a las mujeres con intensidad, por piropearlas.
___ ¿Qué me quieres decir?
Pensé mil veces en decir lo que debía responder, en asegurarme de que la fogosidadCaribella no se convirtiera en una forma de ofensa, fui lo mas artístico que pude:
___ Estoy tan estremecido por tu belleza que mi mente acaba de tomar una fotografía tuya, pero al hacerlo te despojo de tus ropas, así pues que te puedes imaginar el tipo de sangre que corre por mis venas y sobre todo imaginarte hacia donde se desplaza.
Y entonces, trate de que mi apetito sexual dejara de ser tema lo mas pronto posible e hice una pregunta: ¿Qué te trajo aquí, a mi mesa, donde mí?
___Sin proponérmelo mi vista bajo por la ventana del aula, te vi, y le dije a mis estudiantes que yo apostaba a que cuando terminara de dar clase tu aun estaría aquí. Vine a darte las gracias por haberme permitido ganar.
Mire su identificación, buscando las huellas de sus ojos alegres, buscando el amor de sus labios sin horas, y como quien ha descubierto demasiado, dije:
___Francesca D’ Levini, es un hermoso nombre, de verdad, un nombre de profesora. Aun no entiendo por qué , pero me hizo una pregunta que llego sin pena, sin curiosidad, como quien sabe la respuesta y como quien sabe lo que ocurrirá a partir de ahí. “¿ Cuándo te marchas?”
___Para Florencia salgo en el próximo tren, en el de las dos y media. ¿ Y Su Majestad?
___ Yo termino ni clase a las cuatro y treinta de la tarde, salgo para Florencia a las cincos y allá tomo el tren para Roma.
___Entonces voy a cambiar mi boleto y me iré contigo…Seguí leyendo mi libro y espere hasta que escuche su voz anunciarme su llegada. Tomamos el barco que nos llevo hasta la estación de tren y nos sentamos en un vagón en el que solo íbamosnosotros dos. Desde Venecia a Florencia la conversación fue intensa, como nunca la había tenido en mi vida. Yo le hice cuantas preguntas tenía en mi cabeza sobre lo que había visto y no entendía de Europa. Ella la respondió todas con una visiónprofética. Tomé sus manos y con suavidad taina le acaricie aquella piel que aun no había visto veintiocho abriles. Ella se dejo llevar y se acercó a mí para imponer un tono musical, como el de un ruiseñor.
___Puedo sentir la pasión de tus sentimientos tocar mi piel y cada toque recorre la edad de mi alma como si fuese la luz de una estrella, me murmuro.
___Creo que este momento, tan eterno como el Universo, une a nuestros cuerpos y a nuestras almas para siempre, para un siempre sin pasado.
___ Has vuelto a profetizar, quizás ya no tenga que volver a hablar contigo, hemos hablado de amor y me quieres como te quiero yo.
Puso sus manos sobre mi rostro, “no se puede saber cómo llegas, no se debe saber dónde estas”; sin impórtale el tiempo, caminó sobre mi piel distribuyéndose como el agua de una cascada, enredó sus dedos en cada pelo de mi corto cabello. El tren se detuvo, habíamos llegado a Florencia. Me levanto del asiento, me apretó contra su pecho y atrapó mi rostro con su manos mientras con pasión aferrada a una ilusión milenaria me besaba. Puso su mano sobre mi hombro y me condujo hasta la puerta circular del tren. Allí me abrazo de nuevo y tiernamente volvió a besarme. Yo la apretaba con toda la fuerza de mi Ser. Ella condujo sus manos hasta encontrar las mías y ambos cerramos los ojos para besarnos una vez mas. La puerta circular empezó a girar y ella se soltó de mí para quedar en el otro lado. Cuando cruce, Francesca no estaba. Camine todo el tren en busca de ella, le pedí al conductor que la llamara por el micrófono, no hubo respuesta. Estuve allí caminando por un tiempo, tan largo que no parecía tener rincón, tome el tren que me llevaría hasta Montecatini y sin mirar la marcha del Sol, me fui a mi habitación en el Hotel Minerva. Su presencia en mi soledad me trajo estos versos:
Me lleva entre tus labios
y me desvela un misterio que no me intriga.
Me acomoda en un pequeño rincón
elevado en el ala este de tu alma
y tengo una buena visión de tus ocupados sentimientos.
Allí contemplo las flores que nunca se marchitan
Y aunque transcurren todas las hora del Universo, no me impaciento.
Cada mirada viene descifrada
trae inequívocos
y en estos sueños atrapados para siempre
sacudimos la esperanza para reconocer los síntomas
para seguir comprendiendo desprevenidas miradas.
Vago por las huellas de tus deseos, como un ratonero
y me encuentro que tu no piensas en ti
que cuando tus pupilas se elevan en las mías
muere todo lo desafortunado.
Durante la semana me quede sin entender lo que me había pasado. Hice que todas mis clases terminaran el jueves y en el tren de la tarde estaba viajando hacia Roma, que esperaba encontrarla invertida, hecha amor. El viernes en la mañana me presente al departamento de lenguas de la Universidad del antiguo imperio.
___ ¿Puedo hablar con Francesca D’ Levini?, le pregunte a una joven que parecía ser la encargada de información.
___ ¿ Ella es una estudiante o una profesora?
___ Es una profesora.
___Lo siento, pero no tenemos ninguna profesora con ese nombre. Quizás usted tiene el nombre equivocado, ahora, yo conozco a todas las profesoras; si usted me la describe, quizás pueda ayudarlo.
___ Ella debe tener cinco pies, siete pulgadas, aun creciendo, tiene unas ciento dieciocho libras, unos veinte y siete años, su cabello castaño largo, de perfil corto, ojos verdes intenso, color blanco quemado y cuerpo, piernas, pecho, y nalgas distribuido como una estatua de reina.
___Me agrada su capacidad descriptiva, pero lo siento, aquí no tenemos a alguien así.
Ese día me lo pase andando por las calles de Roma, que no se invirtió, acompañando mi dolor siguió siendo Roma, la imperial. Mi esperanza de encontrar a Francesca tenia la fuerza de millones de rayos. En cada mujer me parecía verla, pero la cercanía, como una diabla, es una asesina de las ilusiones. Una vez mas, su ausencia presente me lame, dejándome versos:
Tus palabras bailan zambas en mis oídos
me susurran miradas
inclinan el silencio de cada minuto.
Siento tus labios rozar el apetito de la casualidad
descubrir la ultima copa de un grueso tronco surcado de mañana
y llegar a su cruce como una estatua de río.
Me refugio en tu desierto instante
y un manto de volverse vislumbra mis manos desapareciendo
huyendo hacia las faldas de tus montañas que gimen un susurro.
El sábado en la mañana tome el tren rumbo a Venecia, quería estar seguro de que Francesca existía. Al llegar dirigí mi mirada hacia la ventana que siete días atrás Francesca me habíaseñalado cuando me dijo que desde allá me había visto. Mi corazón se inflo hasta lo infinito. A través de la ventana pude ver su rostro de rosa roja. Corrí por el edificio, subí las escaleras y llegue hasta el aula. Abrí la puerta, entre, olí su perfume de cuerpo en celo y tuve que aceptar el engaño de las fuerzas físicas. Fui entonces a la DirecciónUniversitaria, hice las mismas preguntas y di la misma descripción. Las respuestas fueron las mismas: Lo siento.