Saná.- El presidente yemení, Alí Abdulá Saleh, se comprometió a "erradicar desde las raíces" a los rebeldes chiíes que combaten desde hace una semana contra las tropas gubernamentales en el noroeste del país.
Durante la ceremonia de graduación de militares y agentes de seguridad en Sadá, principal ciudad de la zona chií del país, donde se producen los enfrentamientos, Saleh afirmó que su Gobierno está decidido a acabar con "la maldad de los rebeldes y golpear sus refugios allí donde se encuentren".
El presidente yemení se lamentó de que el Ejecutivo haya gastado recursos financieros en una operación militar contra los feudos de los insurgentes, en vez de dedicarlos al desarrollo de las regiones pobres del país.
El ejército de este país lanzó el pasado día 11 una fuerte ofensiva terrestre y aérea contra los militantes chiíes en la provincia de Saada, que ha forzado a miles de familias a huir de sus hogares y buscar refugio en campamentos temporales.
En su discurso, Saleh prometió adquirir armas más modernas para fortalecer al Ejército yemení en su lucha contra los rebeldes "hutíes", cuyo número las autoridades del país calculan en unos 10.000 guerrilleros.
Los insurgentes, liderados por Abdel Malek al Huti, de quien toman su nombre, se encuentran atrincherados en remotas zonas montañosas de Saada, cerca a la frontera con Arabia Saudí.
"Terminaremos con este cáncer enquistado en la provincia de Saada y donde se encuentre, con una voluntad fuerte y sólida", añadió.
Los enfrentamientos entre los chiíes y el Gobierno central se remontan al año 2004, cuando murieron centenares de personas, pero los choques armados se han intensificado desde la semana pasada con esta nueva ofensiva militar. EFE