Comúnmente, la gente culta y la no tan inculta, ha tenido la convicción de que algunos medios de comunicación y ciertos comunicadores, por la naturaleza de la responsabilidad que deben jugar frente a la sociedad, deberían ser lo suficientemente maduros, abiertos, tolerantes y democráticos como para permitir el libre debate de las ideas, pero en algunos casos ocurre todo lo contrario.
Este razonamiento viene al caso en ocasión de lo ocurrido recientemente en Telesistema, canal 11, donde un grupo de periodistas haciendo uso de nuestros derechos laborales, y ante una imposición que nos quiso hacer Miguel Febles de trabajar para dos nuevas emisiones de noticias los fines de semana, sin discutir ningún tipo de condiciones salariales, rechazamos esa aptitud despótica, arrogante, anacrónica, irracional y fuera de todo contexto humano social que vivimos en medio de este mundo del siglo XXI.
En ningún momento nos negamos a trabajar en esas dos nuevas emisiones, como quiso alegar el dictador Jefe de Redacción de Telenoticias, en una reunión que sostuvo ante periodistas y ejecutivos del medio de comunicación, y muy por el contrario, le planteamos varias alternativas como forma de compensar el esfuerzo que deberíamos realizar por el rompimiento de nuestras de las condiciones de trabajo que nos quiso imponer.
Consciente de la violación laboral que cometió al desconocer nuestras propuestas y condiciones, y a sabiendas del conflicto en que introdujo a la empresa, por el desaguisado incurrido, opto por mentirle a los propietarios del canal, a los cuales desvinculamos de la trama falaz que urdió en nuestra contra, sólo por quitarse una sombra de su camino, porque sabía que los cuatro periodistas que fueron victimas de su calumnia reunían más condiciones profesionales en el ámbito de la pantalla chica que él.
Durante el tiempo que José Rivas, Miguel Camarena, Mary Yerlyn Paula, y quien esto escribe estuvimos trabajando junto al dictador Jefe de Redacción, nunca grabó un audio, ni mucho menos realizó un Falso Vivo ni una entrevista para televisión, porque sabía y sabe que no tiene condiciones, y eso lo mantenía enfermo porque nunca fue capaz de demostrarle a los dueños del medio de comunicación tener superioridad frente a los que él consideraba sus subalternos.
Sépase que en mi caso y en los de otros compañeros que fuimos afectados por la vieja y sistemática conspiración que nos urdió el Jefe de Redacción dictador, hemos sido comunicadores del más alto nivel, debido a que no solamente hemos sido Directores de Prensa de medios de comunicación, Directores de Departamentos de Relaciones Públicas de diferentes instituciones, tanto públicas como privadas, sino también emprendedores empresarios de la comunicación que hemos mantenido por varios años en servicios nuestros propios espacios de televisión.
Ese envidioso, lo que nunca pudo fue resistir el éxito que tanto un servidor como los demás colegas hemos llegado a alcanzar en la vida pública y en los medios de comunicación, porque como lo sabe el pueblo dominicano en sentido general, nuestras influencias y el reconocimiento que recibimos de la sociedad superan la suya con creces.
Por esas razones, hago un llamado a todos los que me leen y a los colegas periodistas que desconocían esta situación a seguir repudiando ese tipo de atropellos que algunos dictadores quieren cometer contra una clase profesional que como la nuestra, todavía le falta mucho por avanzar en nuestro país, para sacar de circulación a quienes consideran que somos simples obreros a los que se les debe explotar por miserables salarios.
Ojalá que como ha planteado el CDP, este precedente jamás se repita y mucho menos en grupos de comunicaciones que todos consideramos abiertos, democráticos, liberales y plurales como son la mayoría de los que tenemos en nuestro país.
Finalmente, concluyo estas reflexiones reiterando a nuestros amigos periodistas, lectores, televidentes y al Colegio Dominicano de Periodistas, el agradecimiento por todas las manifestaciones de respaldo, aprecio, respeto y consideración, hechas a través de los medios de comunicación y de manera personal a cada uno de nosotros.
Felizmente, estamos agradecidos porque pudimos demostrarle a los periodistas y a la sociedad dominicana quien es el verdadero enemigo de nuestra clase profesional y la forma en que todavía predomina el pensamiento desfasado, anacrónico e inhumano en algunos estamentos de la prensa nacional, en pleno sigloXXI.