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Operar el cerebro sin abrir el cráneo

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Algunas de las operaciones cerebrales, que antes requerían abrir el cráneo y exponer el cerebro, ahora pueden hacerse por medio de pequeñas incisiones o aprovechando orificios naturales como los de la nariz.

“Grandes avances ha habido para llevar a cabo cirugías cerebrales de manera mínima invasiva, evitando las grandes craneotomías, reduciendo significativamente el sangrado, el dolor, la incomodidad, la hospitalización, y permitiendo una recuperación mucho más rápida”, dice el Dr. Santiago J. Figuereo, neurocirujano afiliado al Aventura Hospital and Medical Center, en Miami-Dade, Florida.

Los avances son básicamente en instrumentación, iluminación y visualización del ambiente quirúrgico.

La cirugía tradicional para extraer tumores intracerebrales y otras anormalidades consistía en hacer incisiones de al menos 7 u 8 centímetros de largo, algunas en forma de signo de interrogación y hasta 15 o 20 centímetros, había que quitar un segmento grande de cráneo y después volverlo a poner con tornillos de metal. En algunos casos, todavía en necesario hacer estas operaciones tan invasivas, ya que no todos los tumores se pueden remover con la técnica nueva.

Cuando un tumor se puede extraer de manera mínima invasiva, se hace una incisión un 1 o 2 centímetros de largo y una perforación en el cráneo de aproximadamente una pulgada de diámetro; a través de esa perforación se inserta una cámara dentro de las cavidades del cerebro y se navega usando aparatos especiales, que permiten localizar con precisión cualquier punto en el cerebro y ver con claridad tanto las estructuras sanas como el tumor.

El orificio a través del cual se opera, se puede tapar con una pequeña placa metálica, o usar el mismo hueso del paciente para rellenar. Las placas pequeñas y los tornillos son de titanio, para que no activen los detectores de metal en los aeropuertos y sean compatibles con exámenes de resonancia magnética.

Uno de los casos típicos y más comunes en que puede usarse la técnica mínimo invasiva es la extracción de tumores en la glándula pituitaria o cualquier tumor en la base del cráneo.

El Instituto Nacional del Cáncer en los Estados Unidos describe estos tumores como crecimiento anormal de células en el tejido de la pituitaria, un órgano del tamaño de un guisante (arbeja) en el centro del cerebro. Esta es la glándula ‘jefe’ o ‘maestra’ del cuerpo, porque fabrica las hormonas que afectan la forma en que muchas partes del cuerpo trabajan, incluyendo las otras glándulas. El Instituto clasifica los tumores de la pituitaria en tres grupos: adenomas benignos que no se reproducen, adenomas invasivos que siendo benignos se reproducen, y carcinomas que son tumores cancerosos o malignos

Usualmente los tumores de la pituitaria son benignos, pero aún así el daño que ocasionan es grande porque comprimen la glándula y producen gran trastorno hormonal, o inclusive pueden oprimir el nervio óptico haciendo que el paciente pierda la visión.

Tradicionalmente para remover estos tumores se hacía una craneotomía muy grande, operando en la frente por encima del ojo, había que levantar el cerebro para poder llegar hasta donde está la glándula. Las complicaciones eran muy serias, podían producirse parálisis y apoplejías. Eventualmente se evolucionó a hacer estas operaciones cortando por debajo del labio superior en la boca, pasando por la base de la nariz y llegando al centro de la base del cerebro. Sin embargo, esta cirugía era muy traumática por el daño que había que hacer a los huesos y las deformaciones cosméticas del labio y la nariz que podían resultar. Después se empezaron a hacer estas cirugías por vía nasal, cortando la membrana de la nariz y eliminando el tabique, para llegar a la base del cráneo. Es la forma más tradicional que se usa actualmente.

“La endoscopía ha permitido que se modifique aún más ese procedimiento. Hoy día se puede hacer la extracción de tumores de la pituitaria por uno de los orificios nasales sin hacer ninguna incisión a la nariz, así que el paciente puede respirar normalmente por la nariz después de la cirugía. Lo que se hace es aprovechar un pequeño orificio natural que hay detrás de la nariz, ese orificio se hace un poquito más grande, y por allí se pasan los instrumentos quirúrgicos”, explica el Dr. Figuereo.

Usualmente, los instrumentos van a través de una cánula o tubo muy delgado, que tiene tres orificios; por uno de tales orificios va una cámara con iluminación, y por los otros dos van los instrumentos para cortar y succionar.

La cámara endoscópica permite ampliar la imagen en pantalla unas 30 o 40 veces, dando diferentes ángulos, pues el cirujano puede moverla alrededor de las estructuras afectadas. Con el microscopio tradicional eso no era posible. Los colores de las cámaras endoscópicas son nítidos, lo cual permite diferenciar los tejidos sanos de la glándula generalmente rojos, de los tumorales que tienden a ser blanquecinos o grisáceos y de contextura más suave.

“Muchos pacientes se sienten tan bien a la mañana siguiente, que no creen que han sido operados y hay que convencerlos de que se les hizo una cirugía cerebral”, asegura el Dr. Figuereo.

Las complicaciones se reducen mucho con la técnica mínimo invasiva, siempre y cuanto sea realizada por cirujanos con un entrenamiento específico en el manejo de esta tecnología. Los pacientes se van a casa en uno o dos días, a diferencia de la cirugía tradicional en que muchas veces tienen que estar en el hospital durante semanas. Los nuevos procedimientos permiten el regreso al trabajo en una o dos semanas.

Para más información escriba a INTL@hcahealthcare.com; llame al 305-222-6750; o visite hcasaludinternacional.com

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