Periodista dominicano residente en Estados Unidos.
Dentro de las diferentes clasificaciones con que se denominan los tipos de gobiernos existentes, la más común en los últimos tiempos es la democracia. Ya que el Imperio que más ejerce influencia sobre la humanidad, el sistema gubernativo que promueve y que le interesa que exista, es el de la separación de los poderes. Pues, supuestamente de esta forma se controlan las apetencias personales de los que gobiernan, haciendo que el pueblo tenga la injerencia necesaria en la toma de decisiones mediante su voto aportado en comicios electorales en los cuales castiga o premia con el sufragio, a aquellos que ocupan las posiciones cimeras en el Estado, dependiendo de cómo lo hagan en su ejercicio.
Pero, en la llamada democracia también hay sus ramificaciones o desnaturalizaciones de este sistema. Dando como resultado, que no se pueda hablar de democracia straight, ya que dentro de las variantes que se ponen en practica, principalmente en países como el nuestro, están la participativa, representativa, presidencialista y aquella que por tener un poco de cada una se puede clasificar como hibrida y que por esta mescolanza, deviene siempre en gobiernos corruptos per se, que desacreditan a los regímenes que se sustentan en esta forma de gobierno. Trayendo como consecuencia la necesaria participación de la ciudadanía en las justas comiciales a los fines de aplicar las sanciones con que cuenta el voto en contra.
También sucede, que aunque se propale que un gobierno es practicante de tal o cual democracia, la realidad las mas de las veces, es que desvirtúan las características del tipo de Estado que impera, Y convierten este, en todo lo contrario a los postulados que se utilizaron para acceder al poder, terminando casi siempre, anarquizando las reglas del juego libre de las ideas y la administración de los recursos del pueblo para beneficiar a los que forman parte del mismo y a sus allegados o promotores. Produciéndose, la frustración de los votantes y por ende el deseo de cambiarlos tan pronto y como se realicen nuevas votaciones a esos fines.
En el gobierno dominicano, el sofisma usado y propalado en la ejecución del mandato gubernamental actual, es el de que impera una democracia participativa. Pero la verdad es que esto dista mucho de la realidad que viven los gobernados. Ya que lo que se ve a diario con relación a los actos de corrupción por parte de quien nos desgobierna, nos hace entender contundentemente que vivimos en una “cleptocracia gubernamental presidencialista” por el poder que tiene el presidente y la responsabilidad que se le adjudica como cabeza del Estado en todos los actos corruptos de sus subalternos. Y por esto, las masivas protestas de todo genero en contra de la corruptela rampante existente.
Ya que las características por la que se ha destacado el gobierno de turno, es la de gravar los recursos y la población del País (por medio de impuestos no retribuibles a los ciudadanos; desvíos de fondos, peculado, prevaricación, cohechos etc.) adquiriendo y amasando sus funcionarios y el máximo representante del Estado, grandes fortunas personales. Comprobable esta situación, por que cuando alcanzaron el poder, eran unos desarrapados de la suerte y hoy son tremendos tutumpotes que no tienen ni siquiera el prurito de esconder su nueva situación económica, demostrando con sus haberes la ignominia de sus hechos vergonzosos, ilegales e inmorales.
Y es que de todos es conocido que la pseudo democracia que impera en el Estado dominicano ha devenido desde hace ya un tiempo, en ser un sistema que primariamente subordina la economía a los intereses de quienes desgobiernan el País. Y donde impera el dominio del poder, basándose en el robo de capital público, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político, la anarquía en la dirección presupuestaria, las malas artes administrativas etc. y las acciones delictivas de los funcionarios que cometen estos desafueros quedan impunes a todas luces.
Esto, debido a que todos los sectores del poder están podridos y corrompidos hasta los tuétanos. Desde la Justicia, funcionarios de la ley, así como todo el sistema político y económico. Por eso, el decaimiento perenne de nuestra economía. Y es que la corrupción rampante de quienes llevan las riendas del gobierno, ha engendrado y desarrollado un monstruo cleptocrata imposible de detener y al cual alimentan cada vez más con los contubernios de aposento en los cuales se viven repartiendo los cargos y recursos de la Nación indolentemente y sin ningún control por parte del Ejecutivo.
Los últimos ejemplos de corrupción del gobierno y sus funcionarios, indican el rumbo que lleva la Nación. El nepotismo, (la preferencia que tienen algunos gobernantes o funcionarios de dar empleos públicos y concesiones a familiares o amigos sin tomar en cuenta su competencia para la labor, sino su lealtad o alianza) es sólo una de las cabezas de este monstruo gubernamental. La institucionalización de la corruptela administrativa demuestra con hechos tácitos, la podredumbre de los que trazan las pautas en el gobierno. Y la democratización de que hablan en sus exposiciones retoricas, es una más de las falacias, ya que el sistema que nos han impuesto, de ser una democracia, ha pasado a convertirse en la peor de las cleptocracias presidencialistas.
Esto sucede porque el ambiente sociopolítico que tenemos, asociado a la dependencia de economías poderosas, donde la proclividad a la corrupción se materializa como consecuencia del despojo a que nos someten junto con los que nos desgobiernan, que son sus socios en estos desmanes, produce tantos beneficios pecuniarios, que los que aspiran a sentarse en el trono, tampoco les interesa modificarlo y sigue la bola rodando. Pues de estas inconductas y felonías administrativas gubernamentales, sacan partido quienes forman parte del poder político y les importa un bledo que la ciudadanía sufra la peor parte, ya que sangrando las arcas nacionales, aseguran el futuro propio y de sus allegados. ¡Cleptocracia gubernamental presidencialista!