A veces, frente a la televisión en los hogares, o en un cine, parecen inadmisibles y sólo propias del celuloide las imágenes de violencia que se suceden, los actos de violaciones, asesinatos, asaltos… Los crímenes se consideran lejanos, tras la gruesa pantalla…Pero, lamentablemente, están ahí, frente a nosotros, al cruzar un semáforo o doblar una esquina, al caminar por las calles…
DominicanosHoypublicó acerca de la ola de robos y asaltos en los sectores Cansino, Cansino Adentro y Paraíso, en Santo Domingo Este, cuyos nombres se suman a una cadena de inestabilidades ciudadanas que tienen lugar a lo largo y ancho del territorio nacional.
Sin embargo, como si quisiera intensificarse ese concepto de la paradoja, en este caso se acentúa el término de inseguridad, cuando se piensa que hasta la oficina del Programa Barrio Seguro fue saqueada por malhechores.
Suelen las conversaciones girar en torno a los impactos de balas perdidas y la manera en que alguien dice estar vivo de milagro. En muchos vecindarios se habita bajo la égida de la consternación y el miedo, como es el caso de estas comunidades ubicadas en Santo Domingo Este.
Las noticias publicadas en la prensa superan, lamentablemente, a esas películas desgarradoras y casi inciertas. Y tras los robos, asaltos y actos de violencia, aparece, infaliblemente, la venta de drogas y el incremento de la delincuencia protagonizada por jóvenes y adolescentes.
Ya muchas familias dominicanas lloran el duelo de su luto y dolor. Mientras, la delincuencia campea por su respeto y nadie anda seguro en las calles de la nación. No, no hablamos de filmaciones, ni de ficción. La República Dominicana padece uno de los males mayores que afecta a la humanidad: la violencia, desmedida, irracional, cotidiana…