A medida que pasan los años, los músculos comienzan a atrofiarse y a perder la capacidad de repararse y regenerarse a sí mismos. Este proceso se puede enlentecer haciendo actividad física, pero la pérdida de masa muscular es, con los años, inevitable. Sin embargo, un grupo de científicos de la Universidad de California (Estados Unidos) asegura que identificaron los caminos bioquímicos relacionados al envejecimiento del músculo humano.
Y es más, de acuerdo con lo publicado en la revista EMBO Molecular Medicine, al manipular estos caminos bioquímicos sería factible restaurar la capacidad que tienen los músculos para regenerarse a sí mismos. La habilidad del músculo viejo para ser mantenido y reparado por las células madre musculares puede recuperar su vigor juvenil si se le dan las señales bioquímicas correctas, explica Irina Conboy, parte del equipo de investigación.
Los expertos consideran que los descubrimientos servirán – en el futuro – para restaurar los músculos debilitados por la edad y tratar ciertas enfermedades que generan atrofia muscular.
Células especializadas en reparar
La nueva investigación se realizó en seres humanos, pero se basó en conclusiones obtenidas en estudios previos con animales. Trabajando con ellos, los investigadores hallaron que la capacidad reparadora de las células madre adultas depende de señales moleculares que llegan del mismo músculo. Esas señales van cambiando con la edad, y es por eso que dicho camino de regeneración muscular se pierde paulatinamente.
Para averiguar si ocurre lo mismo con los seres humanos, las personas estudiadas fueron divididas por los investigadores en grupos de edades: uno con 22,6 años promedio, y otro de alrededor de 71,3 años.
Luego, cada uno de ellos fue sometido a una biopsia de cuadriceps (los grandes músculos que se encuentran en los muslos). Más tarde, los participantes debieron llevar un yeso en esa misma pierna durante dos semanas. El objetivo fue que la inmovilidad generara atrofia muscular.
Al sacarles el yeso, los participantes se ejercitaron con pesas para fomentar la reparación de sus cuadriceps. Para medir el progreso se tomaron nuevas biopsias a los tres días y a las cuatro semanas posteriores a la remoción del yeso.
Ya en la primera biopsia (antes de la inmovilización) los investigadores notaron que había el doble de células madre en los músculos de los participantes jóvenes. Esta diferencia fue mayor a la hora de reparar el daño provocado por el yeso: los hombres mayores tenían una cantidad cuatro veces menor.
La reactivación del circuito
A continuación, los investigadores buscaron averiguar si este patrón puede restaurarse mediante la activación de las señales bioquímicas adecuadas. Ya contaban con datos claves. Las células madre tienen dos receptores importantes para la reparación: el Notch, que fomenta el crecimiento, y el TGF-beta, que inhibe la capacidad de las células para dividirse si se lo activa demasiado.
Nuevamente, los investigadores sabían que en los animales el Notch y el TGF-beta tienen mucho que decir sobre la pérdida de la capacidad de reparación muscular. En su estudio constataron que lo mismo sucede en los seres humanos y, además, descubrieron que en las personas las proteínas kinasa activadas por mitógenos (MAP kinasas) regulan la actividad del receptor Notch.
Los científicos de Estados Unidos comprobaron que la cantidad de MAP kinasas se reduce mucho en los músculos de las personas mayores, por lo que no activan el camino regenerador del receptor Notch. Además, vieron que al inhibir experimentalmente a las MAP kinasas en el músculo joven, este perdió su capacidad de repararse.
Ahora sabemos cómo promover la regeneración de músculo humano anciano y restaurar la salud del tejido -asegura Conboy-. Podemos apuntar a las MAP kinasas o directamente al camino del Notch. El objetivo último es, por supuesto, poner en práctica estos conocimientos en pruebas clínicas.