Mientras el país vive entre noticias de violaciones institucionales y de otros tipos, secuestros, sometimientos y contaminaciones, el tema del hambre que sufren los más de mil millones de personas, entre ellos dominicanos y dominicanas, queda en un segundo plano.
El pasado 16 de octubre se conmemoró el Día Mundial de la Alimentación y la prensa internacional publicó títulos de historias tan sugerentes como estos: “Morir de hambre _ morir asesinado"; “El peor terrorismo"; “Alianza internacional contra el hambre" y “El el sueño de los estómagos vacíos", entre otros…
La Jornada Mundialde la Alimentación que se ha llevado a cabo en Roma es parte de ese seguimiento que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), viene dando al tema, y que según su director general, Jacques Diouf, se trata de "una crisis sin precedentes, debido a que los hambrientos superaron ya la cifra de mil millones de personas”.
Como crisis sin precedentes la denomina Diouf y enfatizó en ese concepto de que los países en desarrollo están ahora más integrados en la economía mundial, en el plano financiero y comercial. Añadió a esto la baja en la oferta mundial y los créditos disponibles, que repercuten más rápido, obviamente, en las naciones tercermundistas que en el resto.
Una y otra vez se multiplican las promesas de los Estados desarrollados.
En este caso Diouf solicitó a los Gobiernos “aumentar a un 17% la parte de la agricultura en la ayuda al desarrollo, o sea a su nivel de 1980, frente al 5% en la actualidad”.
Así van las cosas por este mundo. Los grandes o potentes Estados se han dado cuenta que no pueden basar su desarrollo en pueblos deprimidos por el hambre y la desnutrición. Benedicto XVI ha señalado "la urgencia y la necesidad de actuar a favor quienes están privados del pan cotidiano".
Constantemente se menciona “el regreso a la tierra” que, al parecer, ocupa el primer renglón en el SOS, o pasaremos de los mil millones de personas, o sea la sexta parte de la población del planeta que padece hambre, sin alcanzar ese objetivo de reducir a la mitad las personas desnutridas entre 1990 y 2015, a 420 millones de personas.