Ocurre sin distinción de edades, ni sexos. Tampoco son nuevos en el país; pero, lamentablemente, la modalidad de los secuestros ha tomado forma, cuestionada o no, pero real y es algo que, como otras formas peligrosas delictivas, amenazan a la sociedad dominicana.
La noticia de que el menor de cinco años secuestrado en Santiagofue rescatado sano y salvo por la policía, resultó, sin duda, un triunfo para todos en el país. ¿Cómo imaginar, cada quien, en su propia piel, el sufrimiento que ocasiona el hecho de que alguien de la familia corra una suerte así, y, mucho más si es uno de los más pequeños del hogar?
Las fotos de los raptores que pedían un millón de dólares para liberar al pequeño, refleja a personas muy jóvenes y a esta triste realidad se incorpora la existencia de bandas delictivas y grupúsculos que actúan en contra de la seguridad ciudadana, en los cuales preponderan las nuevas generaciones.
De acuerdo al contenido etimológico de la palabra, el secuestro tiene su origen en el vocablo latino sequestrare, que significa "apoderarse de una persona para exigir rescate, o encerrar a una persona ilegalmente".
Constituye, sin duda alguna, una violación a los derechos humanos, que atenta contra la libertad, integridad y tranquilidad de las víctimas y sus familiares.
Los psicólogos denominan este proceso como la "muerte suspendida", que integra la terrible angustia e incertidumbre que genera el hecho, a lo que se añade lo que los juristas llaman la pérdida de libertad.
Cuando la madre del pequeño recién liberado fue interrogada al respecto, habló de la angustia por la tragedia que vivía su hijo y ese desasosiego que prende en el corazón por no saber su destino. "Pensé lo peor, pero me puse en oración y pedí a Dios que me ayudara a recuperar mi hijo y el Señor me escuchó", dijo.
En las últimas décadas, el secuestro se ha convertido en uno de los más grandes temores en países de la región, sobre todo, México y Colombia.
Más de 400 bandas de secuestradores profesionales actúan en la hermana tierra azteca, según informan fuentes consultadas. Los ejemplos de tragedias por raptos, la crudeza de sus "modus operandi" y la inseguridad cotidiana hacen apelar a las más diversas formas de luchas contra esta industria, sin que aún pueda hablarse de resultados positivos.
La República Dominicanano puede convertirse en otro escenario de tan inverosímiles tragedias. El pueblo dominicano no merece perder ese resguardo de paz que sostiene a sus hogares, a pesar de estos tiempos de crisis…