Julio Romero concluyó por donde debió empezar: pidiendo perdón y mostrando arrepentimiento. En primer lugar debió hacerlo con su hijo de veintidós años, al que a los quince se le efectuó por decisión judicial una prueba de ADN que arrojó una probabilidad de paternidad de un 99.98%. Ese jovencito supo a esa edad quien era su padre y tenía siete años tocando sus puertas para conocerle y tratarle y vincularse con sus hermanos.
Y en el caso que destapó ésa y otras murmuraciones, la de una joven madre que alega tener un bebé cuya paternidad también le es atribuida, su proceder no debió ser otro que el de despejar cualquier duda de su propia conciencia con las pruebas correspondientes, y, de ser tan certeras como la primera, hacer lo que hizo el viernes frente a la magistrada Marisol Tobal: admitir la paternidad y asumir responsabilidades.
Una actuación clara y contundente en esas situaciones, hubiese ahorrado o menguado las otras que han salido a relucir que, por una parte, han mostrado testimonios de damas con alegatos de presuntas violaciones, y por otra, han surgido imputaciones sobre otras transgresiones.
Aunque se trata de imputaciones sin efecto penal, pues aunque se pudiesen probar, han prescritp, aunque tenía el legítimo derecho de optar pura y simplemente por la negación de esos hechos, no puede obviar que varias damas repitiendo historias similares deben producir algún efecto de credibilidad, por lo que también en sus respuestas debió dejar abierto algún resquicio para el perdón. El ser humano con la vuelta de los años mira hacia atrás y rectifica sus errores, eso lo engrandece.
Torpe fue atribuirle una motivación política a esas denuncias sobre el supuesto de que Romero marca bien en las encuestas como candidato a diputado del Partido Revolucionario Dominicano, razón por la que estaría en la mirilla de los opositores.
Lo primero es que la popularidad que Romero pueda exhibir en el electorado de orientación perredeísta, no afecta directamente a quienes aspiran desde la acera del Partido de la Liberación Dominicana.
Entre las virtudes del voto preferencial está la de priorizar el desgarramiento interno.
Que los números que dicen que puede repetir como diputado atemoricen el actual síndico de Santo Domingo Este, el licenciado Juan de los Santos, es un chiste que no hace más que tumbarle credibilidad a Romero, en un momento en que él no se puede consentir el lujo de desperdiciar esa prenda que le es muy necesaria para ayudarle a salir de este escarnio.
Por otra parte, ha sido atinada su decisión de dar marcha atrás al absurdo de someter a la justicia a la periodista Alicia Ortega y su esposo Fernando Hasbún, por presunta difamación e injuria. Además de que el más perjudicado con esa acción sería el propio Romero, se estaría desperdiciando para él y para muchos padres un aporte invaluable de los programas en cuestión.
Tres profesionales que han salido a los medios en defensa de su padre muestran que éste ha sido excelente con ellos, pero sin duda que el que ha salido de este escarceo, es un hombre más consciente.
En lo palpable celebramos que dos hijos se han reencontrado con la atención, el calor, el amor y la dedicación de su padre, pero probablemente el aporte ha caminado más lejos y motiva a que muchos, en situaciones similares, se decidan a buscar y proteger los hijos que tienen en situaciones de desamparo. Pocas historias han acabado con tan grande aporte.