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De río a cloaca, de mar a cementerio…

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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El río Hudson es imponente, caudaloso, permitió la exploración tierras adentro, abriga a esa extraordinaria ciudad, Nueva York. Es fuente de vida y sigue siendo el cordón umbilical por el cual, engrosan inmensas fortunas. Así las petroleras, pero a la Exxon Mobil, la mayor compañía petrolera de Estados Unidos, no le importaba transformarlo en cloaca.

Pues, deberá pagar 105 millones de dólares a la ciudad de Nueva York por contaminar las aguas subterráneas con un componente de su gasolina, el MTBE (eter metil terbutilico). Nueva York ganó una demanda contra la petrolera tras descubrir que el componente que se añadía a la gasolina para hacerla menos contaminante para el medio ambiente era el culpable de la contaminación de sus aguas cuando se filtraba desde los tanques de algunas gasolineras.

El jurado la reconoció como responsable de contaminar las aguas subterráneas con que cuenta el barrio de Queens, de las que se abastece Nueva York para el consumo humano. Pero, no lo duden, capitalismo y consumo, lo transforman todo, pronto verán la multinacional firmar convenios universitarios, hacer concursos, dar becas, imprimir calendarios y también vender, a los incrédulos, su gasolina como ¡“verde”!

Así pasa con los mares y los océanos. Fueron, siempre fuentes de vida, de la otra vida soñada y también fuentes de muertes. Algunos no nos dieron relatos emotivos como con el infame negocio triangular de esclavos, otros, si, desde esos viajes en tierras lejanas cuando colonizaron Nueva Caledonia, África o Guyana, no importa, ellos eran filibusteros o corsarios, comerciantes o truhanes, aventureros o deportados: en nombre de la colonización, de la evangelización, de la seguridad de la República, de la Doctrina Monroe, se desplazaron en carabelas, en barcos-negreros, en galeones, en agresivos buques de acero, buscando tierra, por conquistar, como asilo y nueva vida.

Como hoy, se lanzan al mar, en sus pateras destartaladas, los sahelianos hacia Fuerteventura y Lanzarote, los etíopes hacia Lampedusa, los dominicanos hacia Puerto Rico, los haitianos hacia Turcos y Caicos. Hoy, las yolas, barcazas y pateras han transformado los mares y océanos en un gran cementerio. Ese es, el poder perverso del capitalismo.

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