Río de Janeiro.- La discoteca Help, símbolo del turismo sexual de Río de Janeiro y punto de referencia para los extranjeros en busca de prostitutas brasileñas, vivió su última noche de frenesí antes de ser expropiada hoy por el Gobierno regional.
Ubicada en un lugar privilegiado frente a las arenas de la playa de Copacabana, esta sala de fama internacional ofreció su última fiesta esta madrugada antes de dejar espacio a la futura sede del Museo de Imagen y Sonido, que comenzará a ser construida a principios de 2010.
En su última noche de trabajo, los empleados trataron de ofrecer un aspecto de normalidad, como si fuera una jornada más en la discoteca más famosa de Río, cuya imagen cutre y desfasada impera desde hace veinticinco años frente al principal paseo marítimo de la ciudad.
El encargado del club aseguró que ésta era una noche normal, "una más", puesto que nadie había confirmado que se fuera a producir el cierre, decretado el pasado enero por el gobernador de Río, Sergio Cabral, a cambio de 18 millones de reales (unos 10 millones de dólares) en concepto de indemnización.
En los alrededores, el escenario era el mismo que cualquier noche en Copacabana: chicas jóvenes, guapas y bien arregladas charlando tranquilamente con turistas extranjeros sesentones bajo las luces de neón del enorme letrero de la Help o en la terraza del restaurante vecino, de los mismos dueños, que también será expropiado.
El interior del club era como un viaje a 1984, año en el que el local fue inaugurado por el español Francisco "Chico" Recarey, conocido en la época como "el rey de la noche carioca" por haber construido un emporio de ocio con más de cuarenta discotecas, bares y restaurantes en la ciudad brasileña.
Bolas de cristal en el techo, moqueta en el piso que circunda la pista de baile circular, papeles brillantes como lentejuelas en las paredes, un denso humo blanco industrial y una escalinata señorial hacia un segundo piso reservado para quien busca un ambiente más tranquilo remitían a la decadencia de un club otrora emblemático.
En la pista, el público era más joven: grupos de europeos o estadounidenses, en su mayoría de unos treinta años, que se dejaban seducir por música empalagosa, los secretos sugerentes contados al oído por lenguas políglotas, los vestidos ajustados y los cuerpos morenos, cincelados en el gimnasio o a golpe de bisturí.
Paulo, uno de los camareros, vestido con una camisa blanca impecable, pantalón negro y pajarita del mismo color, confirmó a Efe que la dirección ya les había transmitido que éste sería su último día.
"Qué le vamos a hacer. Yo ahora voy a intentar montar mi propio negocio", lamentó el empleado, que trabaja en la discoteca desde 1996, la época en la que Help pasó de ser el lugar de moda para los jóvenes cariocas de clases altas al reducto de prostitución de los últimos tiempos.
Poco después de la medianoche, sin detener la música R&B, una pantalla gigante exhibió las imágenes de un informativo televisivo, que pasaba un reportaje sobre el cierre de la célebre discoteca.
Los turistas se quedaron con sus copas en los labios, las jóvenes pararon de bailar en el centro de la pista y los camareros dejaron por un instante de servir copas, todos con la mirada atenta a las imágenes premonitorias.
El reportaje cerró con una infografía de la fachada de vidrio y planos inclinados del futuro museo que sustituirá a Help, que será construido por el estudio de arquitectura estadounidense Diller Scofidio + Renfro, y recibió un sonoro abucheo de las cerca de dos centenares de muchachas asistentes.
Leididiana, de 28 años, explicó que su reacción se debió a que Help ofrece "un ambiente ideal y seguro" para las prostitutas que allí trabajan, que ahora tendrán que "salir a la calle para ganarse el pan".
Sin embargo, la mayoría fue reacia a comentar sobre su futuro ahora incierto, que probablemente las obligará a mudarse a las decenas de otros clubes menores y más discretos que pueblan Copacabana junto a los principales hoteles internacionales.