Este es el título (sin la interrogante), del reportaje publicado por Verónica Calderón, donde la autora plantea que en 2012, sumaremos 7.000 millones de habitantes y 9.000 en 2050 y asegura sin dilación y con certeza, que el problema no es la fecundidad, sino la fatal distribución de recursos.
Las estadísticas, aún previsoras, mencionan a una gran mayoría de nuevos habitantes radicados en países pobres y mientras que en algunas naciones desarrolladas los cálculos de la ONU consideran que para el año 2050, será prácticamente igual que en 2009, (por ejemplo, la población española), en Níger, Somalia y Uganda, las poblaciones crecerán hasta en un 150%.
O sea, la pobreza se multiplica y reproduce, en tanto que quienes poseen más recursos quedan a la zaga. “Las tasas de natalidad han disminuido en un 50% en los últimos 30 años, y se espera que se reduzcan aún más, incluso en los países más pobres del mundo”.
El análisis es multifactorial. De un lado, fuentes consultadas confirman que el 50% de las emisiones de CO2 está causado por el 7% de la población mundial. La directora adjunta de la ONG Fondo para una Población Óptima, Rosamund McDougall, ha advertido que "una población de más de 9.000 millones de personas tendría un impacto terrible sobre la Tierra, no sólo en la calidad de vida. La cantidad de emisión de gases de efecto invernadero haría imposible vivir en el planeta en 2050".
Nuestra región integra esa población de los 49 países más pobres del mundo, que según el informe Perspectivas sobre la población mundial, difundido en 2008 y elaborado por la División de Investigación Demográfica y Población Mundial de la ONU, se duplicará, de 840 millones hasta los 1.700 millones de personas.
Quizás las frases del científico británico Fred Pearce concluyan en gran medida este contenido, al responder al reto, que no es nada nuevo, pero que ratifica: son los recursos los que deben repartirse de una manera más equitativa. Los efectos sobre el medio ambiente son extremadamente difíciles de revertir a través de las tasas de natalidad.