En agosto del actual año, los medios de comunicación publicaron acerca de la firma del acuerdo mediante el cual la República Dominicana negociaba con Venezuela el pago del petróleo en condiciones preferenciales a partir de enero de 2010.
La posibilidad de recurrir a las habichuelas negras en esta compra sustanciosa a través de Petrocaribe, dejaba una especie de satisfacción compensatoria, por el pago de dicha deuda con este producto que el país produce sin dificultad.
Ahora, los medios se ocupan de exponer la disyuntiva que tiene ante si el presidente Leonel Fernández, de obtener mediante financiamiento del Eximbank el petróleo para el Plan Nacional de Asfaltado, con el imponderable de acrecentar el endeudamiento de la nación dominicana y la posibilidad de “estropear las relaciones con el gobierno de Venezuela”.
El presidente Fernández debe decidir cómo actuar ante la propuesta, pues con toda veracidad, Venezuela ha sacado “las castañas del fuego” en momentos de crisis económica mundial, sobre todo con relación a los precios de los combustibles y, además, ha donado asfalto al país.
Se dice que el Eximbank “respalda préstamos siempre y cuando sean para la adquisición de bienes y servicios estadounidenses, por parte de compradores internacionales solventes”. Las interrogantes son muchas, pero resaltan algunas como estas:
¿Hasta qué punto es verdaderamente solvente la República Dominicana? Y ¿qué hará Leonel ante esta situación que algunos especialistas califican como posible problema político entre ambas naciones?