Entrevistado recientemente, el síndico Roberto Salcedo, con la incredulidad y la seguridad que da la ignorancia, definió la ciudad como “una casa”. Desconociendo, y no es su culpa, la función de los sociólogos y los geógrafos urbanos, con una simplicidad angelical, descontó todas las tareas que se hace en una casa y que hizo en “su casa-ciudad”: ordenar pronto los muebles (plan de ordenamiento territorial en proyecto desde más de siete años), adorno su patio (las canquiñas), sacudió todo adentro y quitó el polvo a la casa (sacó el sector informal de la ciudad), cocinó (acomodó y sazonó su Sala Capitular), planchó (calló la disidencia), fregó ( con el malecón ), apretó y aflojó tornillos (los comerciantes chinos de la Duarte), guardó los trastes (la recogida selectiva de la basura) le dio con su martillo (a las juntas de vecinos rebeldes) también limpió la cisterna (se olvidó de las cañadas de los barrios) y sacó
el agua del patio (no de las calles de la capital), mientras sembraba matitas y flores en su jardín (las flores de las isletas que dificultan el cruce de las calles y la visibilidad del peatón).
Nuestro brillante e intelectual síndico así define la ciudad y su rol de jefe de la casa. No se atrevió a hablar de “tareas compartidas” ni de “equidad de género” en la casa. Se definió como lo hacen inconscientemente, todos los varones dominicanos, “en la casa, el jefe soy yo, o también el que manda aquí, soy yo”.
Con la foresta urbana actuó como el jardinero de su casa. Adornó, sembró palmas, flores en las isletas cementadas, excluyentes para los discapacitados, sin sombra para el peatón y muros de contención cuando llueve. En lugar de aumentar la sombra en la capital para bajar las temperaturas y controlar los rayos infrarrojos y ultravioletas del sol, aumentó el calor y la percepción de asfixia. Y para colmo ahora, no mantiene las palmas, son peligrosas con sus pencas desprendidas. ¿Cambio climático? ¡Nuestro hombre tiene aire acondicionado en su casa!
Nuestra ciudad es un horno, sucia, caótica y sin organización: se lo debe a su síndico, mal amo de casa, mal cocinero y mal jardinero.