Vallas en las carreteras con rostros de circos y promesas de moral hipócrita –gorras-rotulaciones en los cristales traseros de vehículos-botones de solapa-caravanas de ruidosos motoristas pagados impulsado por el rey baco-brochures con el perfil del candidato, tarjeta de presentación, camisetas de algodón impresas en serigrafía. Así gastan más de cinco millones en la aspiración a ser nominados regidor, diputado y demás politicastro gastan para ser nominado en una precampaña. Y, sabiendo que si es electo recibirá un salario durante cuatro años, unos cuatro millones. La razón pregunta ¿es un gran patriota o un negociante? Que felicidad si fuera un dominicano inspirado en el decálogo duartiano.
Los hechos están a la vista, cambio de vida; ese que no tenía ni una bicicleta, pasea en yipeta, ya tiene una finca con todos los haberes de gran hacendado o lujosa villa de un millonario industrial.
No se justifica que la ley asigne millones de pesos a los partidos políticos, cuando realmente se sabe que esos dominicanos, con pocas excepciones; no les importa el deterioro de la salud y educación pública, esto sólo por indicar los principales males sociales que a ellos no es interesa, como la pobre partida asignada al presupuesto de gastos públicos a esas Secretaría de Estado. Es evidente el vergonzoso pensar de ellos.
Ya basta, urge una generación cuyo mayor empeño sea centrarse en el alto propósito de servir, ser útil a los demás. Fijar la mente, ponerla en nobles ideales, estar seguros que la primacía sea el bienestar.
Ejercer acciones que indiquen el amor hacia todos, que nada reclame más. Salirse de sí mismo, entender que hay un punto de identificación con el pueblo al que deben unirse y luchar por un mundo mejor, más justo, más hermoso, y en paz para todos.
¿Qué ha estado sucediendo en estos días en el seno de los partidos políticos? Reclamos, odios, acusaciones inmorales, resentimientos, desaparición de urnas, decir de fraudes etc; es la maldad que existe entre ellos.
La vida va de mala en peor, sólo cambia, mejora, cuando se decide eliminar esta podredumbre. Sabemos que depende de la generación que oye el reclamo del auge de la corrupción que ha endurecido los corazones de tal modo que no solo los incapacita para saber mirar con amistad, menos a sentir una inclinación de simpatía hacia los que sufren.
Está claro; han dejado de ser humano. Están muertos en la solidaridad y el mandato.
Necesitamos un ejercicio moral en la administración pública como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro. Salir de la indiferencia, comprender que el mal de unos es el mal de todos. Buscar el rumbo de una voluntad moral colectiva.
Estamos cansados de aceptar lo que no funciona bien, nuestra vida no debe seguir soportando a una generación política que solo sabe enriquecerse. No debemos soportar la reducción de la expresión humana, jamás seguir aceptando que nos vean como un simple objeto de compraventa.
Nadie puede frenar, impedir que un pueblo ejerza el deber y derecho de construir su bienestar. Tenemos la libertad de ir a la plaza, no está vedada la confirmación sagrada que está más allá de nuestros ojos, en nuestra propia conciencia, que es donde reside el acto de selección.