Criollo condenado a perpetuidad en EEUU pide ayuda

Un dominicano preso en Estados Unidos, tras ser condenado a cadena perpetua por un doble homicidio que alega no cometió, volvió a proclamar su inocencia e implorar la intervención de las autoridades de su país, a quienes pide indagar su caso consciente de que hubo una trama en su contra.

Se trata de Wellington Antonio de la Rosa, 31 años, preso desde el 29 de enero del 1999, acusado de disparar contra dos hombres tres meses antes, a finales del 1998. En su defensa, De la Rosa afirma que en el juicio, el jurado y los testigos declararon su inocencia.

“¿Cuál es el uso de que yo muera en prisión por algo que no hice, por algo que hasta los testigos del caso dicen que no hice, por algo que el jurado dice que no hice? “Es interesante que en su veredicto el jurado declaró que yo soy inocente de cargar y usar una arma durante el acto de homicidio”, precisó.

Recuerda que su pesadilla comenzó aquel 29 de enero del 1999, de camino a la Universidad, donde completaba el segundo año, cuando fue arrestado por el Departamento de Policía de la ciudad de Orlando.

“Esa mañana inolvidable fui acusado de ser el tirador en un doble homicidio que había ocurrido tres meses antes. Me mintieron y llenaron de terror, contándome que unos amigos me habían acusado de ser el responsable y que si no cooperaba con ellos, mi familia podía estar en peligro de muerte”, narra Wellington, en una carta a puño y letra que envió a este redactor.

Señala que en los interrogatorios sostuvo su desconocimiento sobre los homicidios, pero que los investigadores llegaron amenazarlo con llevarlo a la “infame silla eléctrica”.

“En ese momento sentí que perdí mi futuro, por el cual trabajé y estudiaba, junto a todas mis esperanzas. Pero este no fue el fin, la Policía tenía otros diseños”, manifestó.

Dice que en principio, las autoridades policiales le confesaron que sabían que él no era el responsable de los homicidios, y que en cambio unos amigos suyos eran los verdaderos culpables, quienes a su vez lo culpaban a él, bajo la amenaza de que si no asumía los cargos eliminarían a toda su familia. Fue entonces cuando el terror se apoderó de él.

Denunció de que la Policía le hizo formular un cuento, para lo cual le aportaron los detalles para auto incriminarse. “Ellos hasta manipularon a mi papá para que les ayude a convencerme decir la verdad que ellos buscaban. Por fin dije que fui yo”, subrayó.

“Con esta mentira –se lamentó- no más me llevaron a juicio y condenaron a dos sentencias de vida perpetua, esto es que tengo que morir de larga edad en esta prisión, aunque los testigos de los homicidios confesaron en corte que no soy el hombre que observaron matar, estoy aquí preso sin esperanzas de salir”.

Dijo esperar que su situación conmueva al gobierno dominicano, para que ya sea a través de la Cancillería o de su embajador en Washington intervenga en el caso, realizando las investigaciones de lugar para determinar la verdad de lo ocurrido.

Asimismo, pide despojarse del prejuicio de que él es culpable, un criminal. “Yo sé que muchos son los dominicanos que se meten en problemas aquí y buscan la ayuda de nuestro gobierno.

Estos son los mismos que están acabando con el país cuando son deportados, robando, violando y matando sin piedad. Esto lo sé, pero yo no soy igual que ellos, vengo de una familia decente, distinto a muchos de ellos, tengo una educación formal”, manifestó.

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