Avanza en Copenhaguela cumbre climática “más grande e importante de la historia”, considerada una de las últimas oportunidades para alcanzar acuerdos definitorios que protejan al planeta “de las consecuencias calamitosas del calentamiento global”.
Entre quienes protagonizan esta gran batalla por la salvación del mundo, está el ex vicepresidente estadounidense Al Gore, quien se muestra insatisfecho y considera insuficientes las medidas que el gobierno de su país ha asumido en la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Junto al activista contra el cambio climático, otras personalidades del mundo coinciden en afirmar que “en Copenhague se tendrá que pensar mucho más que sólo en mitigar o adaptar, como se viene impulsando, sino en discutir seriamente este alocado modelo de globalización consumista”.
Es la opinión que refleja Walter A. Pengueen su artículo titulado: “El mundo no aguanta más… Cambio climático, crecimiento económico y pobreza”.
El caso es que Pengue ratifica lo que se sabe a gritos, acerca de la imposibilidad de sostener índices consumistas a la altura del país más poderoso del planeta, los Estados Unidos.
“No nos alcanza el mundo”, asevera el articulista y repite lo que tantos seres en el universo desean expresar, a tono con la necesidad de lograr el crecimiento económico sostenible, “con más empleos verdes y solidarios en las economías hiperdesarrolladas” y resguardando las no menos “hipertrofiadas” de los países pobres.
El desenfreno, y no sólo del consumo sino, además, la irrespetuosidad al planeta, han llevado a la humanidad a este lindero, donde la madre tierra clama por la atención de sus hijos y tras haber transitado entre advertencias, irresponsabilidades, desvíos de miradas y otras negligencias, la realidad apunta a un futuro inmediato que implica actuaciones de primer orden.
En manos de las economías ricas está una buena parte de estas acciones y los países pobres, como bien señala Pengue deben resguardar sus recursos naturales y ponerlos en su valor real.
Si bien algunos analistas, como recuerda Pengue, hablan del inicio de la tierra sin el hombre y de un final sin él. Aún quedan las esperanzas de no admitir el contenido final del mensaje, aunque bien valen las alertas y amenazas.
El camino de la especie humana no puede concluir en el abismo. Deben vencer las nobles batallas y los intentos por salvar este mundo, que sí debe alcanzarnos a todos y todas. Copenhague tiene la palabra.