Como cronistas de su época han sido calificados quienes ejercemos el oficio del Periodismo.
Y ocurre que cada evento, por natural que sea, cuando tiene lugar en la vida de un periodista, este desea de inmediato comunicarlo, expresarlo, redactarlo de la mejor manera que pueda, para que se convierta en algo “compartido con los demás”.
El tema de quien escribe estas líneas y desea con toda su alma trasladarlo a los lectores de este multimedios, es nada menos que un nacimiento.
Porque nacer y morir son hechos antagónicos cotidianos, que despiertan las más hondas emociones; particularmente, la primera, provoca sentimientos que deben ser multiplicados en estos tiempos de desganos, desvaríos, pérdidas del camino y resistencias.
Este es el tema: nació Anthony, pequeñito, con gesto de desorientación y asombro. Al tibio vientre de su madre, le sustituyeron tirones y hasta algún movimiento brusco que provocara su llanto.
Pero, lo extraordinario fue que Anthony Pillo Mascareño, que así se llama el pequeño ser que acaba de llegar airoso a este mundo, a través de una cesárea, antes de responder al importante reflejo del primer llanto, sonrío unos instantes, como si diera las gracias al cirujano Frank Fernández, a las enfermeras Reglita y Leina, al anestesista y a ese camillero que impresionado salió de inmediato a dar la buena nueva a quienes esperábamos su llegada.
“Sonrío antes de llorar…”, balbuceó el joven camillero y de inmediato, la sala de cirugía repitió los ecos de un fuerte llanto.
Una cronista de su época no puede menos que preguntar, como quien conspira con sus lectores: ¿será esta una señal premonitoria? ¿Algo que el gran Sábato resumiría con palabras muy propias y ciertas así: “los hombres encuentran en las mismas crisis la fuerza para la superación (…)”; el ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos, porque a la vida le basta una grieta para renacer”?
Al agradecimiento que merece ese equipo médico, se suma la gratitud a Yaneisi Mascareño y José Antonio Pillo, por regalar semillas al mundo, sobre todo porque hay un Anthony, nacido este 12 de diciembre de 2009, que nos dice que a pesar de todo habrá una sonrisa, aún cuando sea necesario, el llanto.