El maestro Luis sabe de mufflers. Se ha dedicado al órgano respiratorio de los motores de combustión interna. De tarde en tarde, al concluir su jornada, hizo la costumbre de echar unas partidas de dominó y compartir dos o tres frías con compañeros y amigos en la esquina donde estaba su taller.
Entre los contertulios del dominó destacaba un teniente coronel de la Policía, que todos suponían buena persona, pero además los enorgullecía y les daba sensación de seguridad. Nunca se pensó que ese oficial se prestaría a meter en tremendo hoyo a su supuesto gran amigo, Luis Manuel Ruiz.
Un día le planteó que tenía un amigo de clase alta que quería vender unos terrenos, pero que quería evitar que los impuestos se lo comieran vivo y que le pidió que le buscara una gente seria para poner los títulos a su nombre y hacer la operación de venta.
Entonces la red que en estos momentos está siendo procesada por varios casos de falsificación de títulos de propiedad, encabezada por Edwin Baquero, procedió a colocar a nombre de Luis Manuel Ruiz unos terrenos ubicados en Las Praderas, que no eran propiedad de Baquero como se le hizo creer a Luis, se generó un título real sobre bases espurias, y ahí se consumó la engañifa para tumbar al pelotero Julio Lugo con cincuenta millones de pesos, de los cuales les regalaron apenas 150 mil pesos al tonto útil que envolvieron en esa maraña.
Aunque el pago hecho por Lugo fue depositado en una cuenta del maestro Luis, el tribunal tiene constancia de que en media hora estaban transferidos a la cuenta de Baquero.
Y Lugo ha testificado que quienes fueron a su casa a negociar el precio de la venta de la propiedad fueron el señor Baquero y el oficial en cuestión, que concurrió uniformado.
Sin embargo, el único que ha cogido cárcel, ha sido el hombre de los mufflers.
Pero la estafa al pelotero Lugo también ha removido otros casos, por los que recientemente se han estado conociendo medidas de coerción contra el grupo del señor Baquero, quien se recluyó oportunamente en una clínica.
Sobre uno de los casos, el de unos terrenos en Manoguayabo, también ha sido involucrada una persona, que consintió en hacerle un favor a Baquero. Me refiero a Oliver Fiallo.
Tres años atrás, a Baquero no se le habían descubierto los casos que ahora enfrenta, y su hija Raquel Baquero, muy allegada a Oliver y a su esposa, le pide al joven un favor para su papá de que fungiera como adquiriente de los terrenos de Manoguayabo, porque la capacidad financiera de Baquero estaba en su tope y los bancos no viabilizarían la operación a menos que no la suscribiera otra persona con solvencia. Oliver lo hizo exigiendo un documento en acto aparte en el que se dejaba claro que el adquiriente de esos terrenos era Baquero.
No percibió beneficio ni ha tenido vínculos ni le han interesado esos terrenos. La hija y la esposa de Baquero pueden dar constancia de que Oliver tiene varios años solicitando que se excluya su nombre de cualquier documento sobre esa propiedad. No tiene razón para evadir la justicia.
La pregunta es cómo es posible que alguien involucre a parientes y amigos, que nada tienen que ver con sus tropelías, en situaciones tan complejas.
Talvez en los casinos de juego puedan hallarse muchas explicaciones.