Peña con el sacerdote Juan Lorda
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Nestor: ¿En cada actuación se mejora o empeora. Es esta una ley común a todas las actividades humanas?
Lorda: Sí, es una ley común. Cada acto conciente del hombre deja una huella más o menos fuerte, según la intensidad del acto y su repetición. Si es un error, deja una huella que puede convertirse por repetición en una mala costumbre. Si es un acierto, con la repetición puede llegar a ser un buen hábito. Los hábitos se crean y se destruyen según el hombre obre adecuadamente o no. El hombre esta continuamente haciéndose y deshaciéndose en todos los terrenos. La misma ley está vigente en el campo del deporte, de todas las destrezas y habilidades físicas, de todas las artes y, por supuesto, de la moral.
Nestor: El hombre de hoy es excesivamente materialista; la moral es asunto del pasado. ¿Realmente que motiva esta actitud?
Lorda: Curiosamente, algunos creen que en el hombre todo es lo mismo, menos en lo que se refiere a la moral. Piensan, por ejemplo, que todo en el hombre es materia, pero luego defienden que la moral no tiene nada que ver con lo que sucede en los demás estratos del ser humano, que es un tema completamente opinable y arbitrario, a penas sujeto a ls leyes naturales. Es un error, desde luego el hombre no es sólo materia, pero las leyes que gobiernan la materia, tiene relación con las que gobiernan el espíritu. Lo que sucede con el arte de tocar piano y con la habilidad de correr 100 metros lisos es semejante a lo que sucede en el campo de la moral.
Como en el deporte, para llegar a vivir dignamente como el hombre, se requiere esfuerzo y entrenamiento. Este arte mejora cuando se ejercita mejor y empeora cuando se ejercita mal. La moral- las buenas costumbres- se ponen en juego en cada decisión de la libertad. La acumulación de decisiones afortunadas o desafortunadas y la intensidad de las decisiones va dejando una huella de hábitos con los cuales el hombre es cada vez más maduro y libre o cada vez menos.
Hace falta, por tanto, práctica y también hacen falta conocimientos morales: saber que es lo conveniente y que es lo inconveniente. En este sentido, el arte de vivir bien es también opinable como el arte de tocar el piano.
El obrar humano está también muy condicionado por realidades previas, que son el hombre mismo y el ámbito de personas y cosas donde desarrolla su actividad. No podemos olvidar algo tan elemental como que el hombre está condicionado-fuertemente condicionado-por su naturaleza. No nos hemos hecho a nosotros mismos: casi todo lo que somos nos lo encontramos puestos cuando vinimos al mundo. Mucho antes de que pudiéramos usar de nuestra libertad, ya estábamos hechos muy condicionado por nuestro modo de ser. Sólo en cierta medida podemos modificarnos: hay un espacio para nuestra creatividad, pero limitado.
Hay una parte de nosotros que es el fruto de nuestras decisiones libres. Pero la mayor parte: la hemos recibido y tiene sus leyes. No podemos decidir como va a ser nuestra digestión ni en que sentido tiene que circular nuestra sangre. Todo nuestro ser físico funciona de acuerdo con las leyes que no hemos inventado y que apenas podemos modificar: sólo podemos descubrirla. Lo que sucede en el ámbito físico guarda un paralelo con lo que sucede en el ámbito espiritual, que es el ámbito del uso de la libertad.
Continuaremos…