A la caída de la mafia Trujillo, sus servidores iniciaron una campaña, muy solapada, muy de susurros y de muchos chisme destinada a presentar a su dictador como alguien que durante su vida demostró tres grandes virtudes:
- La de que fue un gran patriota.
- La de que fue un hombre guapo.
- La de que fue un gran macho.
Las primeras dos, las de que fue un patriota y la de que fue un hombre guapo se desvanecían entre las palabras de los propios propagandistas: Sencillamente no aparecían pruebas que la sustentaran.
Primero, porque un patriota es aquel que reconoce al suelo donde nació como su Tierra Madre, como su Madre Patria y, segundo, porque como hijo está dispuesto a defender a su Madre hasta contra su propio Padre. Trujillo no fue un patriota, pues nunca defendió a su Madre Patria contra los invasores yanquis sino que fue un servidor hasta el dia de su desaparición, fue un amante del Coronel yanqui que lo enlistó como Teniente del ejercito invasor.
En cuanto a lo segundo, a lo de que fue un hombre guapo, nunca nadie lo vio peleando, enfrentando a un hombre como se hacia en aquellos tiempos: Hombre a hombre.
Cometió muchos crímenes, pero siempre usando el método de contratar sicarios. La única vez que tuvo cerca de enfrentarse a un hombre fue cuando después de tener una fea discusión con su hermano Aníbal Julio, éste , quien había sido ascendido a General, soltó el teléfono y salió para Palacio dispuesto a matarse con el dictador. Como todo cobarde se ocultó y después contrato al General Fausto Caamaño para que asesinara a su hermano. Aníbal fue declarado en retiro el 2 de Diciembre de 1948, y los historiadores oficiales apunta ese hecho como la razón para que se “suicidara” mientras se encontraba en el baño. De manera que la propaganda de que fue un hombre bravo se les desvaneció mas rápido que la primera, la de que fue un patriota.
Entonces los trujillistas se aferraron a la tercera: Que fue un gran macho, que fue el hombre que se tiro a todas las mujeres de esta Tierra. Lo extraño del caso ha sido el que ninguno de los historiadores ha querido hablar de la relación de Trujillo y Manuel de Moya Alonso, a pesar de que todos sabían que Manuel de Moya era el bello modelo que Trujillo se había traído de New York. Y tampoco han querido hablar de la relación de Trujillo y el padre de uno de nuestros famosos historiadores, -quien nunca ha querido soltar los archivos oficiales-, es el guardián del gran secreto. De la relación de ese famoso homosexual con Trujillo nada dicen, a pesar de que todos fueron testigos y a pesar de que todos saben que mas que un rumor, aquella relación era un sazón público.
La razón para que oculten esa relación es obvia: El que ella se conozca hará posible desmontar el manto machista en que se oculto la dictadura y eso permitirá que salga a la luz publica el involucramiento de muchas familias que han guardado ese secreto como si fuese un Tesoro del Vaticano.
Balaguer, para defenderse del rumor montado por Jhonny Abbes en el que lo acusaba de ser una “mujercita de Trujillo”, escribió en sus memorias de un cortesano en la era de Trujillo (página 241). “Manuel de Moya Alonzo fue una especie de Adonis que supo conquistar el corazón de Trujillo con su belleza varonil y con su limpia sonrisa. Cualquier quebranto de Moya Alonzo, por ligero que fuera, perturbaba a Trujillo como si se tratara de uno de sus hijos.” “Cuenta que, Emilio García Godoy le refirió que una vez halló al dictador enternecido hasta las lágrimas, mientras recibía informes de uno de sus facultativos personales. Creyendo que se trataba de alguna enfermedad de Ramfis, interrogó al médico y supo por labios de éste, que se trataba de un quebranto que parecía iniciarse sospechosamente en el organismo de Moya Alonzo”.
El rumor, que siempre en política es la gran verdad, contaba que andando en New York Trujillo vio una vaya de Manuel de Moya Alonzo, lo enloqueció la hermosura del joven y preguntó por el indio quisqueyano. Le respondieron que era dominicano y ordenó : “Búsquenlo, que lo quiero para mí”. Balaguer cuenta la escena como una niña celosa, como si se tratase de la historia de Alejandro Magno y su Adonis: “Trujillo había visto, durante un viaje a los Estados Unidos, papeles y afiches en que Moya Alonzo aparecía anunciando la pasta de dientes Colgate, y le llamó la atención la elegancia y la apostura del sujeto. Cuando se le informó que era dominicano y que pertenecía a una de las familias más distinguidas del país, le hizo traer a su presencia y de ese encuentro nació la simpatía que los unió durante el resto de sus días. Y…Cuando se le descubrió a Moya Alonzo un tumor debajo de la lengua, Trujillo lo envió a los Estados Unidos y durante varios días vivió pendiente del teléfono en espera del resultado de las pruebas correspondientes. Trujillo murió sin conocer la verdad. La tragedia del 30 del mayo le ahorró el dolor de ver con sus propios ojos, los estragos hechos por la cirugía en el cuello y en parte del rostro del único tal vez de sus colaboradores a quien quiso con afecto entrañable.”
Los trujillistas no quieren soltar los archivos oficiales, pero hay otros, como los de las delegaciones de otros países que tenían representación aquí. Ellos han empezado a brotar y sus páginas dicen que Trujillo ni fue patriota ni fue guapo ni fue el gran macho. Fue servidor de los invasores, fue cobarde y disfruto las relaciones sexuales con gente de su mismo sexo.
Durante su vida, y de eso no parece haber dudas, el tirano tuvo muchas mujeres, las mayorías de las cuales las violó ; actitud propia del homosexual que quiere ocultar ante la sociedad sus verdaderas inclinaciones sexuales. La gran verdad, que viene como un huracán y que los trujillistas no podrán detener, es que el sátrapa disfrutaba de las relaciones sexuales con sus iguales, que se comía a sus “hombres” y se dejaba comer. Eso no quiere decir que sus servidores no le seguirán adorando porque como dice el Viejo Libro, “aves de un mismo plumaje vuelan juntos”.
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Daniel peña
24/06/2017