Todo sube, menos lo que debía ascender para paz y confianza en el día a día de los hogares dominicanos. No puede ser factible que ocurra un aumento en el precio del pasaje del transporte público de pasajeros, mientras que la canasta básica y los gastos medulares de las familias en el país se mantienen en la cúspide.
Aunque el presidente de la República Leonel Fernández anunció que tomará cartas en el asunto, y el director general de la Oficina Técnica de Transporte Terrestre (OTTT), Ángel Segura, se comprometió con persuadir y convencer a los choferes por un “alza injustificada e improcedente”, no puede justificarse que en virtud del aumento de los precios del gasoil y los combustibles en general, los pasajes incrementen las preocupaciones que embargan el costo de la vida de los hombres y mujeres que deben utilizar esa vía para llegar a sus trabajos y llevar a sus hijos a las escuelas.
Es cierto que las situaciones confrontadas con las alzas de los precios afectan a cada una de las esferas en los servicios, y que los choferes sienten en sus hombros los precios ascendentes del petróleo. Pero, no son los usuarios del transporte público quienes deban cargar con mayores penas.
Las medidas deben ser asumidas por el presidente de la República, como Dios manda, y es válida la idea de Segura en el convencimiento y la realización de cursos de “capacitación a operadores y choferes para que comiencen a ver el negocio de transporte con una visión diferente”.
Como bien han señalado otros colegas y la población más afectada por las alzas en los costos de los pasajes, no será el Metro quien resuelva este problema. Y, por último: no se le puede pedir más a la familia dominicana.