Aunque se llamen Ejército Nacional, Marina de Guerra, Dirección Nacional de Control de Drogas, Policía Nacional, Ministerios Público…son las bandas oficiales las que producen y comercializan las drogas “ilegales”. Y son ellas las que negocian con el dinero generado por el consumo de la Cocaína, la Marihuana y demás hierbas usadas como estimulantes.
La parte cómica del espectáculo lo representan los asesinos natos infiltrados en los Aparatos del Estado. Estos personajes empiezan a practicar sus inclinaciones con protección oficial y sus muertos caen en “justos” intercambios de disparos. Ahora, ellos más que nadie saben que no hubo ningún intercambio de disparos y la conciencia se les alborota.
Se cansan del silencio, les agota la protección oficial y empiezan a querer bulla, muchas bullas, tantas bullas que les saquen las voces de sus conciencias, que no puedan escuchar los gritos de sus muertos. Todos los ambientes les molestan, todos los seres humanos pasan a ser sospechosos y posibles traidores, todas las mujeres pasan a ser “cuerneras”.En ese estado de angustia se produce lo que la ciencia ha tipificado como el mal de “peor que ser delatado es no ser delatado”. De ahí en adelante todo es violencia desenfrenada
Y aparecen Quirino, los fusilamientos de Paya, Agosto, el Gringo…Y aparece el difamador profesional, una ficha clave en este negocio, acusando al “narcotráfico” de permear los estamentos del Estado, cuando ha sido el Estado quien se ha convertido en estamento del “narcotráfico”. En realidad el narcotráfico no existe, nunca ha existido.
El negocio de las drogas nunca ha sido un negocio de la sociedad civil, siempre ha sido un negocio del Estado, un negocio Oficial en el que los organismos de “seguridad” del Estado custodian y transportan las drogas, mientras el cuerpo diplomático mueve el dinero y el Ministerio publico juzga aquellos que no quieren respetar las reglas del negocio.
Por esa razón inmediatamente se habla de legalizar las drogas –no entiendo como le llaman ilegal a un negocio que lo maneja el Estado-, los grandes beneficiarios se oponen. Se opone el Jefe de la Policía, se opone el Jefe de la DNCD, se oponen todos los cuerpos militares, se opone la Santa Madre Iglesia y se opone la banda Castillo, a ellos se suman todos los beneficiarios colaterales.
Mientras tantos las corporaciones norteamericanas de las drogas han logrado que Washington diseñe y apliqué una estrategia destinada a:
1- Controlar la producción y distribución de las drogas.
2- Hacer que las bandas de asesinos natos que se han refugiado en el negocio para darles riendas sueltas a sus instintos se maten entre ellos.
3- Asegurarse de que el Mercado de consumidores es eficientemente abastecido.
4- Que el negocio de las drogas ilegales siga siendo el tema dominante en los medios de comunicación para que se genere un cansancio en la opinión pública y masivamente se pida su legalización.
Una de las cosas admirables del Imperio Norteamericano es su capacidad para elegir “the man for the job”, el hombre ideal para el trabajo, pocas veces fallan, los conoces porque ellos los han entrenado, los tienen matemáticamente tipificado. Aunque las “guerras” contra las drogas es en palabra de Trespatine, “locuratodo”, un “pasajericidio”, en Quisqueya han logrado el trío perfecto: El jefe de la policía y el Jefe de la DNCD, los “caraduras”, los autorizados a usar la violencia para aterrorizar a los asesinos natos y desatarles sus locuras y, la banda Castillo para desacreditar el tema y difamar a todo el que opine lo contrario.
Lo grande del caso es que, aunque ellos no se den cuenta, son unos caraduras tardíos, pues hace mucho tiempo que en Hollywood las guerras contra las drogas dejaron de inspirar a los creadores y ahora cuando hacen alguna película que tiene vinculación con el tema, a todo cuanto se limitan es a dejar que los consumidores usen sus productos sin que nadie los moleste, que es como ocurre en la realidad tanto en la sociedad norteamericana como en las sociedades europeas.
Tanto así que cuando George Bush, estando en la Oficina Oval se fue de cabeza, por toda partes corrió el rumor de que en realidad lo que tenía era una sobredosis de cocaína; y ese rumor no perturbó a nadie, a ningún organismo del Estado Norteamericano se les ocurrió abrir una investigación. La cosa pasó como cuando a los dominicanos nos dicen que uno de nuestros famosos artistas se está drogando, que respondemos con un ¡que chupe, pero que cante!
Uno de los presidentes mas populares, Evo Morales, el presidente de Bolivia, es el Jefe del sindicato cocalero, entonces, pregúntese usted, ¿cómo es posible de que a este producto lo sigan catalogando como ilegal? ¿Hasta dónde puede llegar la estupidez de algunos humanos?
Lo ideal, como dice el presidente Evo Morales, es que a la coca se le de el tratamiento que ellos siempre les han dado: como un producto alimenticio. Y lo ideal es que los seres humanos estén armónicamente alimentados como para que no necesiten de ningún tipo de droga; eso es lo ideal, pero sabemos que hay gente que tiene toda clase de deficiencias y esas deficiencias hay que tratarlas en formas científicas. Si la coca puede ser una cura para sus tormentos, entonces que se use la coca, decir o hacer lo contrario es una locura, un sin sentido, como es una locura y un sin sentido el pensar que un consumidor de droga lo hace porque quiere pervertir a la sociedad.
Reitero mi llamado para que los presidentes latinoamericanos convoquen a una reunión y, para que no se dejen quitar el negocio de las corporaciones Norteamérica, creen la Corporación Latinoamérica de la Coca –COLACO-. Porque las drogas, y ese es el único y santo camino, tienen que ser Legales, Seguras y Pocas.