Resulta más que inquietante leer los diarios nacionales, y antes de ir a las páginas interiores, comprobar que las portadas exponen titulares como estos: “Matan joven de 18 años e hieren niño de siete en Herrera”; “…cadáver encontrado con tiro en la cabeza”; “Desconocidos asesinan agente de la DNCD”…etc.
Salir a la calle significa todo un desafío. En cualquier avenida puede alguien disparar su arma y cobrar una víctima inocente, (una más).
Encima, otras noticias informan que: “Más asaltantes actúan como policías y con placa oficial”, y ya esto es “harina de otro costal”; porque, entonces ¿en quién confiar? Y ¿hacía dónde volver la mirada en busca de protección?
Se desmantelan bandas y surgen otras nuevas y peores. La delincuencia aterroriza, literalmente hablando, los barrios: da igual la categoría de “residenciales”, o no.
Durante 2007, el Jefe de la Policía aseguró que esa institución no descansaba en su afán de reducir a la mínima expresión la comisión de acciones delincuenciales que tenían lugar y que para ello sería destinado el número de agentes policiales que fuera necesario.
Tres años más tarde las cosas no funcionan. Ni remotamente puede hablarse de los “barrios seguros”. La gente pierde cada vez más la fe, en momentos en los cuales esta es imprescindible.
Urge tomar medidas drásticas y exterminar de raíz ese mal que, hermanado al narcotráfico, parece multiplicarse por día, dejando tras sí huellas de homicidios, tristezas y escepticismos.
Para nadie es un secreto que hasta ahora las acciones han sido insuficientes y frente a nuestras narices la parca se viste triunfal y agresiva, llevándose sin escrúpulos muchas vidas inocentes.
Ojalá el nuevo año traiga consigo soluciones concretas, decisivas y determinantes para la tranquilidad de la sociedad dominicana.