Es verdad que los seres humanos se unen en momentos de dolor y en medio de eventos o catástrofes.
El sismo de aproximadamente 7 grados en la escala Ritcher, que afectó de manera catastrófica al hermano pueblo de Haití y generó alertas de Tsunami para la República Dominicana, Cuba y las Bahamas sumó voluntades y abrió los inmensos canales de solidaridad que unen a nuestros pueblos y también a todas las naciones del mundo.
Para la población haitiana este ha sido el peor acontecimiento que podía ocurrir en su territorio nacional, dadas las ya precarias condiciones de vida existentes en la vecina nación.
El derrumbe de un hospital, como consecuencia del terremoto, cuyo epicentro estuvo, según datos geológicos, a unas 14 millas de Puerto Príncipe y otras informaciones preeliminares constituyen apenas un esbozo de lo que se irá conociendo después, lamentablemente. Se habla de calles arcillosas y construcciones muy viejas u otras mal edificadas que pueden colapsar por los efectos y la fuerza de tales movimientos telúricos.
En la República Dominicana hay que destacar la manera inmediata con que el Comité de Emergencia, la Defensa Civil y todos los organismos correspondientes activaron sus esfuerzos y ofrecieron oportunas informaciones a la población.
Una vez más, los Medios de Comunicación jugaron su papel informativo y, sobre todo, reflexivo, en el sentido de encauzar los temores y llamar a la prudencia, la cordura y la calma, con un rotundo ¡No! al pánico que provocan hechos de tal envergadura.
Corresponsales de los diferentes medios reportaron, esencialmente desde los pueblos del Sur del país, donde más se sintieron los efectos del sismo, donde algunas calles se agrietaron como consecuencia del terremoto y personas de diferentes edades sufrieron mareos.
Gracias a Dios, la alerta de tsunami fue sólo eso, una alerta. Pero, si algo deben nuestros lectores tener siempre a su haber, es que dadas las condiciones geográficas que rigen al territorio nacional, las medidas preventivas y de atención deben acompañar a cada familia dominicana.
No escuchar rumores, ni datos que puedan crear mayor confusión. Seguir las instrucciones que los organismos encargados de la seguridad nacional ponen en sus manos. De esta manera cada quien protege su vida y la de quienes están bajo su responsabilidad.
Los días que siguen serán testigos de inmensas expresiones de humanismo y solidaridad, imprescindibles en momentos como estos, sobre todo hacia el pueblo haitiano.