En estos días se multiplican las tristes imágenes, por demás indignas. Son niñas y niños, junto a mujeres embarazadas o con pequeñas criaturas en brazos y otros menores colgando de sus faldas.
Lo penoso, como dice el viejo guerrero domínico- cubano, no es que se arranque la flor, sino que se desgajen sus pétalos con crueldad y se menosprecien sin escrúpulos.
Tienen que ser seres sin los más mínimos valores quienes utilicen a los pequeños y madres paridas para un negocio así.
Hasta antes del terremoto del pasado 12 de enero, se había reducido el número de mendigos en las avenidas. Ahora se aglomeran y conviven en la cotidianeidad, como parte de un entorno nebuloso que crece por día.
El pretexto es el sismo, pero se sabe que no es así. Existían desde antes y cuando se intenta dialogar con alguno de ellos o ellas, las interrogantes quedan en el aire, mientras se apresuran sobre los autos, en provecho de la luz roja, tocan cristales, gritan para ser oídos y se exasperan…
¿Mafia, o sucio negocio? Da igual. La prensa refleja los robos de menores en hospitales haitianos y la detención de camiones que intentan cruzar la frontera cargados de pequeños, cuyo destino puede ser la explotación laboral, sexual o para venderlos en adopción.
UNICEF hizo un llamado para proteger a los más vulnerables entre la población damnificada en Haití, que son, precisamente, los niños y las niñas.
En datos anteriores, UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), informaba que más de 100 millones de niños y niñas deambulaban por las calles y unos 40 millones residían en América Latina. Ahora la cifra debe haber aumentado, sin dudas.
A la República Dominicana, la han llamado “bazar de intercambio de menores con destino a la mendicidad”. La Organización Internacional para las Migraciones, hablaba de “más de dos mil niños que abandonan cada año Haití para ejercer de mendigos” y “por cada uno de ellos, los traficantes, establecidos en la frontera, ganaban de 60 a 80 dólares”, con la anuencia de los padres. Cuando la solidaridad humana logre salvar a esa parte de Haití que hoy sufre y sobrevive entre sus muertos y desaparecidos, veremos qué dicen las nuevas estadísticas…