Hace mucho, se me ocurrió, pensar que el tiempo y también los acontecimientos cambian de una manera sorprendente, de tal modo son esos cambios, que cuando jóvenes, tenemos la decisión de conocer y estar en política, pero después que los años transcurren y maduramos, descubrimos el realismo y llegamos, hasta sentirnos frustrados y a veces hasta fracasados.
Los que nos hemos aventurado al terreno de la política desde nuestros primeros años de la vida estudiantil hasta los días de hoy, poseemos bastante información práctica adquirida en los vaivenes de la vida y los estudios de la historia de la humanidad, hemos podido observar sin temor y con ecuanimidad, que nuestro país ha dado un cambio extraordinario en su forma de manifestarse.
Políticamente hablando, tal es el caso, que hasta los empresarios han venido jugando un papel más activo en sus manifestaciones dentro de la vida política de la nación y es comprensible, pues estos se han dado cuenta que los políticos tienen que comprenderlos en orden a lo que representan, pues son los llamados aumentar los puestos de trabajo y dar prosperidad al país. Y ahí es precisamente donde radica la estabilidad económica y política del país. Un gran partido donde se vive un a democracia dinámica, no se perfila hacia el despeñadero de su suicidio político y sabe darse cuenta que la forma mas eficaz para gobernar en sociedades tan complejas como la dominicana, consiste en liberarse a tiempo de sus propios viejos demonios y perjuicios y ampliar su aspecto social, partiendo sin temor aceptar los planteamientos ajenos que contribuyen a solucionar problemas básicos y nuevos de la sociedad. Aquellos partidos que se aferren a eso que llaman los “principios”, que suelen siempre ser apolillados “clichés” de una época ya rebasada, quedan Irremisiblemente tirados al margen de los acontecimientos reales. Y solo un insospechado estado de cosas que creen una crisis o convulsión social, que los ciudadanos desandarán el camino ya establecido, podría dar oportunidades a políticos ya en desuso.
Creemos estar seguros, que el panorama político dominicano, en cuanto a la oposición se refiere viene experimentando un cambio significativo, sobre todo en estos últimos cuatro años, pues existe una pulsión hacia el centro del espectro político, que no constituye una deriva oportunista, sino, un desarrollo natural de las fuerzas políticas, mas bien por que sus dirigentes ahora están pensando mas con la cabeza que con el corazón, dejando claramente establecido que la realidad no es solo titulares enardecidos sino que ahora hay que pensar en gobernar en una forma rígida por la moderación, el posibilismo y sobre todo con sentido común, es que el radicalismo demócrata es cosa del pasado, que ahora lo que precisa es una oferta de gobierno programática, activa y convincente que contemple los retos desafiantes a que nos someterán el próximo siglo.
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