Durante su visita al país, la directora ejecutiva de UNICEF, Ann M. Veneman, reconoció la labor solidaria de la República Dominicana con las víctimas del terremoto de Haití y se refirió, esencialmente, al tema de la protección de los derechos de la niñez, considerada en estos días “situación de emergencia”.
Desde mucho antes, niñas y niños, no sólo haitianos, sino también dominicanos, han estado sometidos a violaciones de sus básicos derechos y muchos medios de prensa, entre ellos DominicanosHoy, han denunciado la manera en que son explotados de manera inhumana y cruel.
El tráfico que protagonizan individuos sin escrúpulos en estos días, implica que se redoblen los esfuerzos. El regreso seguro de los menores de edad no acompañados por sus familiares o cuidadores habituales a Haití, tal y como señaló Veneman, tiene que ser objeto de acciones inmediatas.
Sólo hay que andar por las avenidas del país para constatar cuánto ha crecido el número de pequeños que deambulan sin rumbo fijo, sin que se descarte que detrás de ellos haya un sucio cerebro utilizándoles para viles negocios.
Tal y como aseguró la directora ejecutiva de UNICEF, “desde el comienzo de esta catástrofe, la población dominicana ha demostrado una gran solidaridad con sus vecinos de Haití", además de facilitar la ayuda internacional y el arribo de suministros esenciales para salvar vidas.
Pero, tampoco es un secreto la manera en que a la República Dominicana se le han multiplicado sus penurias en los momentos actuales.
La funcionaria aseguró que el tráfico de niños y niñas es un problema global y esto es muy cierto. Porque, a la altura de las cosas y dada la situación imperante, la solución también debe ser global. En verdad, hasta ahora no han podido eliminarse la explotación sexual y laboral con niñas, niños y adolescentes y el tráfico constante a través de la frontera. El terremoto del pasado 12 de enero, sólo empeoró más la cruda realidad, esto lo saben UNICEF y las autoridades del país.