Siempre son las cifras las que hablan de los resultados, e indudablemente, las estadísticas resultan fuente de consulta obligada para cualquier investigación.
Que la República Dominicana haya cumplido con el programa del Fondo Monetario Internacional (FMI), y este haya calificado como muy positivo el desempeño del Acuerdo Stand By firmado por el Gobierno dominicano con ese organismo, cuya evaluación final será realizada en Washington próximamente, resulta prometedor a los ojos de algunos, no de la mayoría dominicana.
Quizás se acerque más a la realidad el término de “economía débil”, desde el punto de vista de la realidad que viven las familias que subsisten con una canasta básica cuyos precios son irracionalmente elevados, y ni hablar del resto de las necesidades elementales.
Los indicios de recuperación a finales de 2009, a los cuales se refiere el FMI, no se reflejaron en los hogares del país y quizás, entre algunas de esas “desviaciones limitadas” estén sumergidos los tantos actos de corrupción y alteraciones cometidos por funcionarios públicos.
Comentaristas del tema opinan que 2010 será un período en el cual el país puede irse recuperando poco a poco y el FMI entiende que las políticas programadas se mantendrán.
En fin, que las estadísticas hablan de un crecimiento de la economía dominicana en un 3.5% en 2009, sin presiones inflacionarias, con indicadores estructurales de referencia cumplidos, y con la capacidad suficiente para hacer frente a la demanda de bienes y servicios como consecuencia de la reconstrucción de Haití.
Todo eso lo acuña el FMI y, con todo respeto, sería factible conocer qué piensan las familias dominicanas sobre estas afirmaciones.