Se sabe siempre cuando es domingo, por sus tonos y peso de sus horas, dicen los poetas y, en general, no se equivocan: hasta el color del día parece diferente, sea por la ausencia de vehículos en las calles, que en verdad resultan excesivos, o por otras razones sociales, laborales, emotivas, etc.
Pero, también se sabe de sobra cuando el país anda en campañas y no es sólo por las grandes vallas y retratos (mejorados en su mayoría), letreros y propagandas alegóricas. Es que las paradojas se multiplican y cada quien siente esa especie de impotencia al conocer, por ejemplo, que los quince senadores peledeístas, incluidos en la boleta de ese partido, dispondrán de millones para promover sus candidaturas, por encima de sus contrincantes.
Y no es que los demás no cuenten con muchos millones para estos fines legislativos; pero, suena fuerte a los oídos que en tres meses de campaña, el presidente del Senado dispondrá de 2.7 millones del “barrilito”, para estas labores que la prensa nacional califica con fina ironía como “obras de bien”.
Sin hablar de los otros milloncitos dedicados a “fortalecer” las candidaturas moradas.
Cuánto bien haría a la sociedad dominicana escuchar que estos u otros millones se han dedicado a las escuelas, para mejorar su infraestructura y con el fin de fortalecer la enseñanza, evitar las crecientes deserciones, ayudar en la formación de los maestros; o en los hospitales, etc.
Bueno, esto sería una utopía más, o mejor, una especie de romanticismo en esta época de post modernidad, donde, según los textos, una vez atacada la esperanza de la razón, sin quedar nada para el sentido o el orden racional construido, surge el caos, el vacío…