No hay que decir que en medio del despilfarro de algunos, muchos otros padecen las carencias de agua, luz eléctrica, etc.
En diferentes localidades del país, el racionamiento del preciado líquido es cada vez más punzante; en tanto que en otros sitios se han dispuesto medidas de limitaciones en este servicio.
De manera que sólo se dispone el uso del agua en horarios, que no siempre coinciden con aquellos en los cuales la mujer que trabaja, cuida los hijos y realiza múltiples de actividades más, está en la casa. Pero, en fin, hay que ahorrar, es inminente e imprescindible. El agua, esa transparente y vital bebida se hace cada vez más inalcanzable; su agotamiento es ya más que un problema: sin exagerar, se trata de un asunto de vida o muerte.
La Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), ha informado acerca del desvío de agua a los acueductos que abastecen a sectores afectados por esta penuria o escasez que sufre una gran cantidad de familias dominicanas.
Se plantean las causas debido a la sequía, y otros trastornos producidos por el detrimento en el servicio energético.
Pero, más allá de estas realidades, hay que pensar en lo que el ser humano está haciendo en perjuicio de los ríos y el medio ambiente, en general.
Las autoridades piden a la ciudadanía reducir "considerablemente" el consumo del líquido con el propósito de solucionar lo más rápido posible la situación. Pero, más que todo debían vigilarse y castigarse, como debe ser, las múltiples formas en que individuos sin escrúpulos sacan las arenas de los ríos, intentan construir cementeras, o explotar minas, sin tener en cuenta las consecuencias.
También duelen los escapes en las tuberías y la manera en que se malgasta el agua. Hay que empezar por casa; pero, las autoridades deben preservar la casa mayor, la madre tierra que nos sostiene a todos y todas con sus ríos, lagos, manantiales, mares, etc.