Alcanza a más de setecientas personas el número de fallecidos por el terremoto de Chile, sin contar los heridos y desaparecidos, y sin duda, la cifra se incrementará en las próximas horas, como consecuencias del sismo que les azotó y que alcanzó los 8,8 grados en la escala Richter.
Un testimonio ofrecido por vía Internet a DominicanosHoy, por una de sus fieles lectoras, describía el sufrimiento casi inenarrable experimentado durante los continuos estremecimientos de la tierra chilena. Dijo la entrevistada que el minuto y medio que duró el terremoto, pareció eterno e imposible de describir, no sólo por el mareo, la falta de equilibrio, sino por los efectos colaterales que dejan en el ser humano y su entorno. “Al menos, estamos vivos”, expresó.
Lo lamentable, tal y como afirmó a este multimedios la persona, es que mientras continuaban las réplicas y los equipos de socorro intentaban rescatar a seres atrapados entre los escombros, los saqueos se multiplicaban por las ciudades, aún cuando las autoridades habían decretado toque de queda en varias regiones.
Después de Haití, este fenómeno inunda de tristeza los corazones. Los envíos de ayuda humanitaria internacional comienzan a materializarse, pero costará mucho volver a la normalidad, sobre todo para esas familias que siguen a la intemperie, sin viviendas y con el temor a las consecutivas réplicas.
A diferencia de Haití, las construcciones antisísmicas en Chile impidieron mayor número de víctimas y sin duda, hubo menos daños estructurales. No obstante, el sufrimiento, la desesperación, la ausencia de seres queridos que aún no aparecen entre los escombros, o bajo las aguas del mar, afecta por igual a quienes padecieron la tragedia.
Dominicanas y dominicanos sienten suyo el dolor del pueblo chileno y le hacen llegar sus más hondos sentimientos de apoyo en estos momentos.