La decisión del presidente Leonel Fernández de reestructurar los organismos castrenses y, como parte de este contenido, reducir el número de generales, ha sido bien acogida por la opinión pública.
En verdad se trata de una propuesta que cae por su propio peso y el hecho de que el presidente haya anunciado que el Ejecutivo someterá tres proyectos para modificar las Leyes Orgánicas de las FFAA, la Policía Nacional y los organismos de Inteligencia, pone a la luz lo que significa un secreto a voces, sobre todo repetido en los últimos tiempos: los cuerpos castrenses han sido penetrados por el narcotráfico y el crimen organizado.
Fernández enfatiza que deben existir menos generales por cada institución, y en verdad, el país requiere de menos oficiales y de más orden, mayor conciencia y que se prodigue ese sentimiento popular de considerar a la nación protegida por los uniformados, no amenazada, además, por algunos de estos, cuya complicidad es más peligrosa, dada la posición que ocupan.
Aún se esperan los resultados de algunas comisiones, en relación con la confabulación de altos oficiales con el narcotráfico en el país, y ojalá no demoren en ponerse a la luz, como ocurrió con la propia reforma de la Ley Orgánica (de las FFAA) que data desde el 1978, y que contempla esta reducción del número de generales, según afirmó el ex secretario de las Fuerzas Armadas, teniente general José M. Soto Jiménez.
El año 2010 debe dar fe de que se mueve la mata fuerte y caen los que no pueden seguir pegados, ni al tronco, ni a las ramas.