Ni siquiera puede emplearse aún la palabra “optimismo” para definir algunos de los pasos inmediatos que se dan en Haití. Es cierto que la ayuda humanitaria y los recursos donados por la Unión Europea (UE), intentan reconstruir cuanto antes al vecino país y trabajan para ello en tres áreas esenciales, que incluyen los campamentos de damnificados en la capital, así como en regiones y poblaciones fronterizas con la Republica Dominicana, intentando rehacer las vidas de los damnificados.
Pero, ayudas, proyectos, cumbres, citas, planes, acuerdos y todo cuanto tenga que ver con la recuperación haitiana, enfrenta grandes abismos, que no son sólo consecuencia del terremoto sucedido el pasado 12 de enero.
Cuando en días pasados, el presidente francés Nicolas Sarkozy visitó Puerto Príncipe, prometió unos 400 millones de dólares (230 millones de euros), en ayuda tras el nefasto sismo. Aquí la historia semeja serpiente que une cabeza y cola. La prensa recordó que era la primera visita de un mandatario europeo a la que una vez, hace siglos, fue su colonia más rica, vergel de placeres y, por supuesto, escenario de marcados despojos.
El pasado une a las naciones como la tierra a hombres y mujeres, da igual su categoría social o posición en el orbe. Los procesos históricos y también los sociales suelen ser cíclicos.
Habrá que esperar resultados, no sólo en lo que respecta a condonar a Haití por completo de su deuda ascendente a 77 millones de dólares (56 millones de euros), sino a reivindicar con humanas acciones el alto precio que debieron pagar por su independencia y el sitio paupérrimo que ocupan entre los países más pobres del mundo, no sólo por lo ocurrido el 12 de enero.