No se trata ya de cuántos nombres conocidos y, sobre todo, de personas influyentes y de poder en el país, afloran tras el escándalo de la torre Atiemar, uno de cuyos propietarios, Arturo Del Tiempo Márques, se halla detenido en España, acusado de introducir 1,200 kilos de cocaína procedente de la República Dominicana, además de otras estafas.
Inverosímil resulta, además, el hecho de que algunos periodistas figuren como propietarios de apartamentos, cuyos costos son inalcanzables para cualquiera de las personas que ejercen este oficio.
El asesor del Poder Ejecutivo en materia de drogas, doctor Marino Vinicio Castillo, dijo que se espera por las investigaciones y resultados que el Ministerio Público de España está haciendo sobre el caso, el cual identificó como una operación de un cartel mexicano o colombiano.
Para Castillo, y para la opinión pública en general, se debe investigar, no sólo la torre Atiemar, sino cientos de torres más en el país.
Es que, a estas alturas de los hechos, la sociedad dominicana se pregunta: ¿Cuántas instituciones del país aparecen involucradas en los préstamos, cuyas investigaciones dicen estar verificadas por organismos internacionales?
¿Se escuchará la voz del presidente Fernández, no ya para mencionar “el primer picazo en el inicio de los trabajos de construcción de la Torre Atiemar”, sino para aclarar todo lo que anda mal en el territorio nacional relacionado con el narcotráfico?
En verdad, tal y como sucede con el caso de Paya, de cuyas drogas y dinero nada se sabe, los silencios en torno a este escándalo y tantos otros sepultados en mutismos inexplicables, hacen que los asuntos de la droga ganen cada vez más expectación, que se involucren nombres y entidades, todo lo cual degrada la confianza de la población la política gubernamental y la llamada batalla contra el narcotráfico “caiga quien caiga”, en la República Dominicana.