Diálogo con el sacerdote Juan Luis Lorda
7 de?.
Néstor: De acuerdo con la educación que recibimos aprendemos a apreciar los bienes que tienen que ver con la realización personal.
Lorda: Las habilidades, destrezas y conocimientos, la posición, la buena fama y el triunfo profesional, las relaciones personales de amistad y amor, los bienes estéticos, las costumbres morales, las virtudes que hacer a un hombre honrado y honesto, depende de la clase de educación recibida.
Néstor: ¿Son bienes todas las cosas deseables?
Lorda: Sí, son bienes precisamente porque son deseables, y son deseables porque nos benefician de un modo u otro.
En unos casos, el deseo procede directamente de nuestro patrimonio instintivo: es el caso de los bienes primarios: comida, bebida, etc. En otros el deseo es inducido por la inteligencia cuando ha descubierto la utilidad que tiene (el dinero). En otros es la consideración social la que empuja a considerarlos y amarlos (la posición, el triunfo profesional, la fama, etc.). Para los bienes estéticos, religiosos y morales, en cambio, se requiere una educación muy cuidadosa, que enseñe a apreciar su belleza. Esos bienes son deseado sólo y en la medida en que se ha descubierto su calidad.
Llegar a apreciar como bienes los verdaderos bienes, es decir, los que verdaderamente nos convienen, es la parte más importante de la educación. Y no es fácil. Si a un hombre no se le ha enseñado a amar todos los bienes, su conducta puede quedar dominada por los bienes primarios: comida, bebida, comodidad, sexo, seguridad, salud, etc, o por otras aficiones que haya adquirido: el dinero, el juego, etc.
Los bienes primarios tienen evidentemente, su importancia y no se pueden despreciar. Pero no es digno del hombre dedicarles la vida entera, porque es capaz de mucho más. “Primun vivere deinde philosophare”, decía el adagio clásico: “Primero vivir y luego se puede filosofar”. Es cierto: no podemos vivir como si no tuviéramos que comer, pero tampoco podemos vivir como si sólo tuviéramos que comer. Hay que conseguir ordenadamente todos los bienes que son propios de la plenitud humana.
Aprender cuales son los bienes del hombre y llegar a amarlos forma parte de la moral; una parte importante, pero solo una parte: en la moral, como hemos dicho, además de los bienes, están los deberes.
La voz de los deberes es la otra voz que nos dirige la naturaleza; es la voz que nos llega de las cosas que nos rodean. Continuaremos.