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Entre el desdén y el abandono

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Según UNICEF, el 40 por ciento de los niños y niñas en Haití son menores de 14 años, lo cual implica una inquietud mayor acerca de la vulnerabilidad de esta parte de la población y su necesaria protección. A raíz del terremoto, los niños y las niñas que no están al cuidado de sus padres o familias son especialmente vulnerables.

Aunque UNICEF aplaude los esfuerzos realizados por los gobiernos de Haití y de la República Dominicana para enfrentar los grandes problemas y las consecuencias de todo lo terrible que se vive en el vecino país, desde el terremoto del 12 de enero pasado y desde mucho antes, la ayuda que ofrece este organismo internacional y otros parece ínfimo en relación con las necesidades de apoyo que requiere la niñez haitiana.

Hay esfuerzos innegables y sostenidos, que incluyen operaciones, programas y coordinación de grupos de trabajo para intervenciones de emergencia en el territorio haitiano, pero de sobra es conocido que este apoyo psicosocial a niños, niñas y familias afectadas por el sismo requiere de un financiamiento extraordinario.

No hablemos ya de la ausencia de vacunas en las primeras etapas de la vida; o de la desnutrición manifiesta en la mayoría de esos menores, unido todo ello a la carencia de una educación básica, así como violencia, explotación sexual y laboral, el SIDA.

UNICEF está llevando a cabo una labor meritoria; pero, lamentablemente, los males de niñas, niños y adolescentes haitianos y dominicanos, por poner ejemplos concretos, existen desde hace muchos lustros, porque los gobiernos han priorizado otros objetivos y ellos continúan en las calles, deambulando entre el desdén y el abandono: allá, en su Haití pobre y desvalido y aquí, en las avenidas de la nación dominicana, donde también se multiplican estos males.

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